El mercado de obras de arte, como todo tipo de mercado, se basa en la ley de la oferta y la demanda, que contiene una serie de variables que dan los precios de las mismas. Una de esas variables –no menor- consiste en el talento del artista.
En el arte, pocos son los que pueden vivir exclusivamente de su obra y menos aun los que pueden ser considerados como “Maestros”. Aquellos cuya producción artística tengan valores económicos muy altos, en proporción a su maestría y capacidad. Para orgullo de los ballesterenses, en esa elite de talentosos, figuran pintores que fueron vecinos de nuestra Ciudad.
En efecto, si ponemos atención a los avisos de remates de prestigiosas galerías de artes (como Roldan y Arroyo) o en instituciones bancarias (como el Banco Ciudad) podemos ver en ellos que obras de Ceferino Carnacini (1888-1964) y Carlos Ripamonte (1874-1968) siempre son ofrecidas –y buscadas- por coleccionistas y entendidos en el “metier” del arte, pagándose por ellas altas sumas de dinero. Imposible no mencionar a Helmut Ditsch (1962), cuyas pinturas son de de las más caras en el mercado internacional y que son expuestas en diferentes museos del mundo.
No muchos saben que Villa Ballester fue lugar de residencia de artistas mas que renombrados de nuestra Cultura nacional, entre los que se pueden nombrar a Juan Peláez, Francisco Mazzucchelli, Eduardo Sivori, Adolfo Lorenzo Fragíacomo, entre otros.
Relacionado con esto, podemos agregar que en esta zona tuvo su hogar Alejandro Witcomb, famoso galerista propietario de la ya mítica Galería Witcomb, que fue una de las más importantes de nuestro país.