Uno de los terremotos más fuertes jamás registrados sacudió este miércoles la península de Kamchatka en el extremo oriente de Rusia, desencadenando tsunamis de hasta cuatro metros de altura que se propagaron por todo el océano Pacífico. El sismo, de magnitud 8.8 y uno de los más potentes registrados desde 2011, forzó evacuaciones masivas desde Hawaai hasta Japón y generó alertas de tsunami en múltiples países con costas en el Pacífico, incluyendo Estados Unidos, México, Ecuador y Colombia.
Las ondas sísmicas devastaron la localidad portuaria rusa de Severo-Kurilsk, donde las aguas inundaron el área portuaria y sumergieron una planta pesquera local, obligando a evacuar a sus 2.000 habitantes. En Japón, cerca de dos millones de personas recibieron órdenes de evacuación, mientras que una mujer murió al caer por un acantilado mientras intentaba huir en su vehículo. Los trabajadores de la planta nuclear de Fukushima fueron evacuados como medida preventiva.
En Chile, la amenaza ha movilizado al país entero, con especial atención en la Isla de Pascua, donde se espera que la primera ola impacte a las 11.25 horas, según el Sistema Chileno de Medición de Tsunamis (CHOA). El presidenta de Chile, Gabriel Boric, llamó a la población a mantener la calma y anunció la implementación de un protocolo de evacuación en todas las ciudades costeras.
La alerta, inicialmente limitada a ciertas regiones, se extendió rápidamente a todo el país, desde Arica hasta Magallanes, en un esfuerzo por garantizar la seguridad de la población. En Arica y Parinacota, las autoridades suspendieron las clases en colegios y jardines infantiles para facilitar una evacuación ordenada.
Las regiones costeras, preparadas desde el devastador terremoto y tsunami de 2010, han activado rutas de escape y protocolos de emergencia que reflejan la sólida cultura de prevención chilena.
A medida que las horas transcurren, las autoridades de varios países han comenzado a reducir gradualmente las alertas iniciales. Rusia levantó la alerta para su región oriental. Japón rebajó las advertencias de tsunami para gran parte de su territorio, manteniendo solo las alertas en sus regiones del norte.
Hawaii levantó sus órdenes de evacuación después de que el Centro de Alerta de Tsunami del Pacífico redujera el nivel de amenaza, aunque las autoridades advierten que persisten corrientes y olas peligrosas. Mientras tanto, las Islas Marquesas en la Polinesia Francesa se preparan para olas de hasta cuatro metros que se esperan durante la madrugada.
El terremoto de 8,8 en la escala de Richter, tuvo su epicentro en la península de Kamchatka y derivó en la activación de los protocolos de prevención y alarmas ante un posible maremoto en las países del Pacífico. El fuerte evento sísmico disparó alertas en diferentes países por la posibilidad de un maremoto.
Se trata del sexto terremoto más fuerte del que se tiene registro y el más violento desde el de Japón en 2011.
Impacto y recomendaciones:
Un tsunami es una serie de olas de gran tamaño originadas por un desplazamiento súbito de una gran masa de agua, a diferencia de las olas normales provocadas por el viento. Estas olas pueden alcanzar velocidades de hasta 800 kilómetros por hora en mar abierto, similares a las de un avión, y cuando llegan a la costa pueden superar los 10 metros de altura, causando inundaciones, destrucción y pérdidas humanas.
No todos los terremotos generan tsunamis, pero los más potentes y profundos, como el ocurrido en Rusia, pueden producir un desplazamiento del fondo marino. Esto ocurre cuando las placas tectónicas, grandes bloques de la corteza terrestre que encajan como piezas de un rompecabezas, se mueven violentamente, empujando el agua del océano hacia arriba y generando la ola inicial que dará lugar al tsunami.
El sismo ruso se registró en una zona altamente activa del llamado Anillo de Fuego del Pacífico, una región donde las placas tectónicas están en constante fricción. Su magnitud, superior a 8, y la cercanía a la costa cumplen con los criterios que suelen activar las alertas de tsunami.
La detección temprana y la rápida comunicación son clave para minimizar el impacto de un tsunami. Gracias a sistemas de monitoreo y alerta instalados en toda la cuenca del Pacífico, las autoridades pueden avisar a la población con tiempo suficiente para que evacuen las zonas de riesgo, salvando vidas y reduciendo daños materiales. No obstante, la efectividad de estos sistemas depende en gran medida de la colaboración ciudadana y la preparación previa.
Ante una alerta de tsunami, se recomienda alejarse inmediatamente de la costa y buscar zonas elevadas. No hay que esperar a ver la ola, ya que puede llegar sin previo aviso. También es fundamental evitar túneles, puentes y áreas bajas. No se debe regresar a las zonas evacuadas hasta que las autoridades lo confirmen.
Para seguir la evolución oficial del tsunami, se aconseja consultar fuentes fiables como el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico y las agencias nacionales de emergencia correspondientes.
Este terremoto y la alerta de tsunami subrayan la importancia de estar preparados y conocer las pautas de actuación ante este tipo de catástrofes naturales, especialmente en las regiones del Pacífico donde la actividad tectónica es frecuente.