Durante una entrevista Marcelo Longobardi hizo una confesión que sorprendió a muchos de sus oyentes y colegas: una de las figuras más reconocidas de Radio Mitre, reveló que nunca terminó el colegio secundario. Además, contó el motivo de porqué ocultó esto durante casi toda su vida.
“Lo genial del asunto o lo raro es que yo traté de ocultar eso porque me daba vergüenza. Hasta que fui a terapia de más grande”, contó el periodista, quien hoy es una de las voces más influyentes del país. Ante ese comentario, el entrevistador acotó: “Te movías en círculos de gente muy elegante”, a lo que Longobardi respondió con sinceridad: “Yo jamás hablaba... Una parte mía que siempre borré. Nunca dije una mentira tipo que fui a Harvard. Oculté la información inclusive frente a mis hijos”.
Luego, profundizó sobre cómo vivió ese proceso y qué cambió en él: “Yo lo confesé. Fue una tragedia personal. La terapia me reconcilió con mi vida y me hizo entender que, en lugar de ser algo ocultable, era una especie de mérito. Habrá sido hace 15 años. Yo ya había hecho radio, pasado por televisión y tenía mi vida casi hecha. Esa noche se lo conté a mis tres hijos”.
Su vínculo con el colegio y por qué no lo terminó:
Tiempo atrás, Longobardi había contado los motivos detrás de su conflictiva relación con la escuela y cómo eso marcó su vida. “Sufrí mucho bullying. Fui a un colegio de curas salesianos, era un lugar jodido, diabólico, complejo”, recordó. “Había una preferencia por los que jugaban bien al fútbol. Si lo hacías, eras Gardel; si no, un idiota. Y yo estaba entre los otros”, explicó. Según contó, la rebeldía fue su vía de escape hasta que, finalmente, lo expulsaron. “A los quince años me echaron. Un día me descubrieron falsificando la firma de mi papá en un parte donde me llamaban ‘el mismísimo Satanás’”, relató entre risas.
Los cambios en el periodismo en los últimos 30 años:
"En algún momento determinado, sobre todo en la época de los Kirchner, la política empujó a los periodistas y a los medios a la pelea política. Eso no solo fue anticipatorio a nivel mundial, sino que además fue el principio de una serie de acontecimientos muy complicados", relató Marcelo.
Y reflexionó: "Después, están los sesgos de confirmación. Si yo defiendo a Milei, digo la verdad, pero si yo ciritco a Milei, estoy ensobrado. Esos sesgos son dramáticos porque en algunos casos inducen la autocensura o descalifican una profesión porque hay un desacuerdo entre el periodista y el oyente o lector".
"A eso se le suman los algoritmos, que están pensados para acentuar los conflictos y no los acuerdos. Esto ha influido muchísimo en la política. A esto agregalo que los dueños de los medios eran tipos que te abrían la puerta para tomar un café, hoy los dueños son grandes empresas", agregó.
El mensaje que le envió a Javier Milei por WhatsApp después de recibir insultos del presidente por redes sociales:
El conductor contó que le escribió un mensaje por WhatsApp al número privado de Javier Milei, luego de que el presidente avalara un posteo en X con insultos y amenazas hacia su persona.
“No se olviden de estos dos garcas hijos de puta, hoy por cualquier cosa andan llorando”, decía la publicación que difundió el Presidente y que no solo refería a Longobardi sino también a Caros Pagni.
Ante esta situación, Longobardi decidió responder. “Milei usa el insulto como método, incluso la mentira, las fake news, cosas sacadas de contexto como método, de agitar la ira que es un insumo de la política no solo en Argentina sino en grandes partes del mundo”, manifestó el periodista, y aseguró que el mandatario “se pasa de vulgaridad”.
“La ira se ha vuelto un insumo de la política y de los medios, y Milei eventualmente utiliza la ira como un método, un procedimiento, una metodología de construcción de poder”, remarcó Longo.
Después, leyó para sus seguidores el mensaje que le mandó por WhatsApp a su número personal. “Estimado presidente Milei, soy Marcelo Longobardi. Lamento no formar parte de su séquito de chupamedias, pero aún así usted no tiene ningún derecho a insultarme. Aquí estoy en Escocia, la tierra de nuestro admirado Adam Smith y tierra de gente educada”.
Aunque Longobardi esperaba una contestación, nunca llegó. “Tenía la remota esperanza de que fuese una respuesta inteligente... Lamentablemente la respuesta no llegó”.