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El capitán del crucero está demorado: abandonó a los pasajeros para salvarse

"Parecía el Titanic, creímos que íbamos a morir", dijeron los sobrevivientes. Todos los argentinos están a salvo.
Sabado, 14 de enero de 2012 a las 11:08

El "Costa Concordia", de la compañía de cruceros genovesa Costa Corciere, chocó con una piedra frente a la costa toscana, y quedó encallado en Punta Gabbianara, cerca de la isla Giglio. El lugar del accidente se encuentra a unos pocos cientos de metros del puerto de la isla. Unas 4.200 personas tuvieron que ser evacuadas en botes salvavidas. También se emplearon en el rescate varios helicópteros.


Durante la madrugada, se habló de seis víctimas mortales, pero la cifra fue rebajada luego a 3 muertos (dos franceses y un peruano) y 67 heridos por el prefecto de la región de Grosseto, Giussepe Linardi. Se calcula que unas 40 personas continúan desaparecidas. Los equipos de rescate trabajan desde la noche para intentar localizar a posibles pasajeros en el agua.

 

Los pasajeros de nacionalidad argentina que viajaban en el crucero encallado eran 18 -entre ellos cinco menores de edad-, y se encuentran localizados en hoteles de la zona de Toscana, en buen estado de salud y sin heridas, según confirmó el consulado argentino en Roma.

 

 

El embajador argentino en Italia, Torcuato Di Tella, junto a miembros de la representación diplomática nacional, recorrieron los distintos hoteles donde se encuentran estos sobrevivientes. "Ya están contactadas todas las personas de nacionalidad argentina, las que serán asistidas para colaborar en sus traslados a los lugares que decidan", afirmaron desde el consulado.

 

Jonathan es argentino, vive en Rosario y disfrutaba del crucero de placer junto a su novia. “Andaba todo perfecto hasta que fuimos a cenar y empezamos a sentir como si el barco rozara contra algo”, aseguró en declaraciones televisivas el joven.

 

“Ahí empezó a temblar, a temblar y a inclinarse. Se apagaron las luces y comenzaron a caerse las cosas”, advirtió Jonathan, quien luego de varias horas pudo contactarse con su familia para tranquilizarla. Sin embargo, aseguró que las autoridades del navío les decían que no se trataba de nada grave, sino que el movimiento del barco se debía al mal funcionamiento de uno de sus motores.

 

“Parecía una película. Empezamos a correr para llegar arriba y ahí nos dijeron que nos vayamos al camarote. Nos aseguraban que no era más que un desperfecto técnico”, afirmó el argentino.

 

 

“Cuando bajaron los botes la gente empezó a enloquecer y trataba de entrar. Era una situación de pánico importante”, admitió Jonathan, quien indicó que una vez en el bote salvavidas, lejos del crucero, se dio cuenta de la magnitud de la tragedia. “El barco estaba muy inclinado”, finalizó.

 

 

¿Tripulación inexperta?

 

Francesco Schettino, el comandante del crucero, fue demorado por las autoridades judiciales italianas y encarcelado. Así lo anunció el fiscal encargado del caso, Francesco Verusio, que interrogó a Schettino, conducido a una cárcel de Grosseto, la ciudad más cercana de la Isla.


Verusio y los otros investigadores que están tratando de comprender las razones del naufragio no descartan que el buque haya pasado muy cerca -unos 50 metros- de la costa de la Isla para permitir a los pasajeros "saludar" a los pueblitos del Giglio iluminados en la obscuridad de la noche.

 

"El buque se acercó demasiado a la costa, encalló en una roca que se incrustó en el lado izquierdo de la quilla. Acto seguido, el buque se inclinó y muy rápidamente, en dos o tres minutos, comenzó a embarcar una gran cantidad de agua", destacó Verusio.


Schettino, de 52 años, deberá responder de varios delitos: pluri-homicidio culposo, naufragio y abandono de la nave mientras en la misma había numerosos pasajeros.

 

En efecto, precisaron diferentes fuentes, Schettino habría dejado el barco hacia las 23,30 (hora italiana) de la noche de ayer: en ese momento en el Costa Concordia todavía había muchos pasajeros y miembros de la tripulación sin evacuar.

 

El comandante había dicho a la prensa, antes de ser arrestado, que el Concordia había golpeado con un escollo que no estaba en los mapas náuticos, motivo por el que había empezado a embarcar agua y que lo obligó a "virar hacia la isla". Pero esta versión no convenció a los investigadores.

 

 

Asimismo, las primeras palabras obtenidas tras los hechos, comprometen el trabajo de la tripulación, sobre la que se señala que "no tenía ni idea de cómo evacuar el barco y el capitán nos mintió; dijo hasta el último minuto que todo estaba controlado y que era un fallo eléctrico", afirmó la pasajera chilena Claudia Fehlandt, que está alojada en un hotel de Fiumicino.

 

En tanto, el testimonio espeluznante de una azafata del crucero hundido indicó: "nos bajaban en las lanchas sin que hubiese nadie que supiera conducirlas". Asimismo, otros náufragos cuentan: "No había salvavidas para todos, nos los róbabamos el uno al otro".

 

"Estábamos en el caos absoluto, ninguno de la tripulación sabía decirnos qué hacer, la nave comenzó a inclinarse y todos fuimos lanzados unos sobre otros, cayendo e hiriéndonos", expresó una familia italiana. "Ha sido una pesadilla, parecía el Titanic, pensábamos que íbamos a morir", afirmaron los italianos Silvana Caddeo, Ignazio Deidda y Mirella Corda a la prensa local.


 

Viaje de terror

 

 

La nave efectuaba un crucero por el Mediterráneo, que salió del puerto de Civitavecchia (centro) con destino Savona (norte) para iniciar el viaje con escalas en Palermo (Sicilia), Cagliari (Cerdeña), Palma de Mallorca (España), Barcelona (España), Marsella (Francia) y regreso a Savona, según una nota de la compañía naviera.

Dos horas después de salir de Civitavecchia, hacia las 21:30 horas (20:30 GMT), cuando el buque estaba en las cercanías de la isla de Giglio y los pasajeros cenaban, oyeron las sirenas de varios pesqueros y silbidos de los marineros sin saber de qué se trataba.

Eran las 21:40 horase inmediatamente desde los altavoces de la nave dijeron que se había producido un problema eléctrico y que no se preocuparan. "Pero la gente gritaba y los niños lloraban, en medio de la total oscuridad", afirmaron los pasajeros.

Otros viajeros denunciaron que las tareas de socorro fueron muy lentas, que antes de abandonar el barco pasó una hora y media, y que algunos miembros de la tripulación les contaron que el capitán de la nave sabía de la gravedad de la situación "y no hizo lo que debía".

Una vez en la isla de Giglio, cuyo alcalde puso a disposición de los viajero "todo lo que estuviera bajo techo", éstos fueron alojados en casas, centros deportivos y en la iglesia de la pequeña isla, que permaneció toda la noche abierta.

 

 

 

14 de enero de 2012

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