Una patente ilegible derivó en el descubrimiento de un laboratorio artesanal de drogas que operaba en La Paternal.
Todo comenzó cuando un joven, fuertemente aferrado a su morral, se subía a una Chevrolet Tracker que operaba como Uber. Al no poder ver con claridad la patente, la policía dio la voz de alto para detenerlos. El joven intentó escapar y detectó el morral.
Dentro de él, los uniformados encontraron hongos alucinógenos (que luego fueron pesados y dio 226,8 gramos), tusi (20,3 gr de la llamada cocaína rosa), marihuana (50 gramos), gomitas de tetrahidrocannabinol (34 gr), pastillas de MDMA (22,7 gr de éxtasis) y pastillas micro de LSD (0,3 gr).
Al ampliar las pesquisas, los oficiales dieron el patio de una casa en Cafayate al 1900 en el barrio La Carbonilla que tenía una puerta falsa que daba a una cocina ilegal de drogas.
Dentro encontraron una caja tipo invernadero, procesadoras, batidoras, cajas de agujas, cajas de jeringas, cinco frascos con anabólicos, un frasco con hongos, sustrato para cultivo y bolsas con restos de tusi. También incautaron esencias aromatizantes, un bidón de alcohol de cereal, probetas, moldes de silicona, anteojos de luz ultravioleta con cargador, una balanza, semillas y sachets con polvo blanco.