Las asociaciones de consumidores explican que las maniobras no son nuevas y, de hecho, existe un estudio oficial del año 2007 que había detectado menores cantidades de gas envasado en los contenedores de GLP. Lo cierto es que los mayores damnificados son los ciudadanos de bajos recursos que destinan más dinero para utilizar el servicio -el metro cúbico de GLP es más caro que el de gas natural- y encima deben soportar estas maniobras.
Las garrafas de 10, 12 y 15 kilos tienen un subsidio del Estado Nacional para que puedan ser consumidas por la población de menos recursos. Si bien el valor de la de 10 kilos fue estipulado en 16 pesos, los distribuidores y asociaciones de consumidores aseguran que el producto se comercializa entre los 20 y 40 pesos, dependiendo la zona.
Desde Aras Trujuy de Moreno, en el oeste del Conurbano, la referente barrial Ana Mochi denuncia: “Sabemos que la garrafa común de 10 kilos, la que no tiene marca conocida, viene rellena con agua. Es fácil darse cuenta cuando se vacía, al agitarla. Rinde mucho menos y cuesta entre $20 y $25. Hasta la semana pasada, las que tenían una mayor duración costaban entre $35 y $40. Pero acá la situación es desesperante, porque siguen escaseando: pasan los camiones garraferos y no bajan nada sino que siguen hasta centros de distribución en El Cruce”.
A unos 25 kilómetros de allí, en la ciudad de Luján, los vecinos se quejan porque las garrafas sociales son rellenadas con arena. “Aunque comenzaron los controles del Ministerio de la Producción bonaerense, aún no se dieron cuenta que los envases también están rellenos con arena. Lo que se agrega no es sólo peso sino que resta volumen. Por ello es que a una familia de escasos recursos la compra le rinde prácticamente la mitad: ‘antes una garrafa nos duraba casi un mes ya hora apenas 15 días’”, relata un artículo del diario local El Ciudadano.
Fuente: Diario Popular
14 de julio de 2010