¿Un café en un puesto de diarios? La apertura de Canillita en Junín y Paraguay, en agosto, se hizo viral rápido. Y la rareza se convirtió en tendencia: ya abrieron otros cafés de especialidad en este formato sólo en la Ciudad de Buenos Aires y se esperan más.
Las cafeterías son uno de los rubros que no frena su expansión, incluso con fenómenos particulares de superpoblación en barrios como Villa Urquiza.
Según referentes del rubro, pesan la baja barrera de entrada (la principal inversión es la máquina) y la percepción de que es un lindo negocio. Y, fundamentalmente, el crecimiento de la demanda: hay un cliente –en especial joven- con conocimiento del producto y que busca este tipo de espacios.
Es una tendencia que se consolidó en grandes ciudades del mundo. “Nueva York, Madrid, Barcelona y París son solo algunas que vieron cómo a través del café podían darle un impulso a estos escaparates”, cuenta públicamente Gerónimo Messineo, uno de los dueños de Canillita. Para él y sus socios, todos sub 30, su objetivo principal es darle “una revitalización al entorno urbano, con una propuesta de valor y creando un espacio nuevo. En esta ciudad que invita a encuentros y desencuentros, que la gente se permita parar a tomar un café como parte de su rutina”.
Con el foco en “potenciar la zona desde la mirada arquitectónica”, dice que la apertura del primer Canillita fue muy bien recibida por los clientes jóvenes –muchos estudiantes de facultades- y por los vecinos, en quienes apeló a un factor nostálgico. E impactó en mejoras concretas, como por ejemplo que el negocio de enfrente cambió su vidriera.
En la esquina de Yrigoyen y Balcarce, frente a la Casa Rosada, funciona Reading & Coffee. Y en Rivadavia y Rojas, en Caballito, la tradicional panadería Roma se expandió con un café en el puesto que está enfrente. En Belgrano hay dos sobre Cabildo, a 6 cuadras de distancia. Uno es Alpaso (Cabildo al 1600). “Nos encantó la idea de combinar un emblema porteño con el ritual del café. Lectura y café siempre fueron una gran dupla. Nuestra propuesta quiere impulsar además el hábito de la recarga”, explica Luis Ignacio Quiroga, su dueño. Dice que están en una zona con mucho movimiento y que “la recepción fue muy positiva, ya tenemos muchos clientes habituales que se convirtieron en amigos”.
Sebastián López es el dueño del otro puesto/café de Cabildo, Impresso. Y cuenta: “Mi papá, inmigrante gallego, tenía su bar en Cabildo y Olazábal, en la misma manzana, hasta que tuvo que cerrar en 2012 porque vendieron la propiedad. De chiquito trabajaba los veranos con él y mientras estudiaba en la facultad, también. Así se generó una amistad con Tony y Fernando, dueños del puesto de diarios de la esquina. Tony falleció y yo seguí la amistad con su hijo”. El puesto había quedado abandonado y le compró la habilitación a su amigo Fernando.
Ahora sigue con otra historia familiar: él trabaja en el café con su hija, además de tres empleados. “Queremos transmitir ese vínculo”, enfatiza. Cuenta que la gente del barrio se está acercando a la esquina de nuevo. “Toma un café y se lleva la revista o el diario. Cada día se vende un poquito más”, resalta de cómo este nuevo elemento está impulsando la venta de las publicaciones.
Todos los emprendedores remarcan algo importante: el puesto de diarios no puede dejar de funcionar. Todos siguen vendiendo y distribuyendo suscripciones. También algunos suman coleccionables y otros productos habilitados. Y la movida excede a CABA: en Córdoba, por ejemplo, abrió Diario Café y Lectura.
Los propietarios explican que cumplen las normativas respecto de la manipulación de alimentos y de los cursos y prácticas. Y sobre una de las críticas que más se hacen, la falta de baños para el personal, en cada lugar buscaron una estrategia, ya sea recurriendo a baños públicos cercanos o hasta alquilando un local en una galería a pocos metros para utilizarlo como también como depósito.