¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

PUBLICIDAD
+18

¿Qué es el trap?: el estilo musica que no para de crecer

Jueves, 22 de febrero de 2018 a las 11:40

La fusión de hip hop y música electrónica causa furor entre los jóvenes y, contra sus inicios, se mete lentamente en el mercado

 "Soy un yonki loco por su coca / aprovecha mis horas que son pocas", canta Duki en "She don't give a FO", la canción que, junto a otros exponentes del trap, se convirtió en el sonido del verano, emanando de los altoparlantes de los autos que pasean por las ramblas costeras para confundirse en el aire playero con el sonido del reguetón.

Pero el trap no es reguetón y más vale no confundirlos en público: aunque comparten sonoridades, texturas y artistas, nada queda de un género preeminentemente bailable y sensual, como revelan las palabras de Duki que toman la típica historia de seducción del reguetón y la vuelven oscura y viciada: en las historias del trap hay suciedad, realidad dura como el concreto que patean sus intérpretes lejos de las marquesinas que ocupan Daddy Yankee, Maluma y otros reguetoneros que ya tomaron el mundo por asalto.

Pero, ¿qué es el trap, exactamente? Nacido hace casi dos décadas en Estados Unidos, como un derivado del hip hop mezclado con sonidos electrónicos, desde sus inicios estuvo marcado por sus letras agresivas, aún bajo los estándares del rap. Por eso, ninguna discográfica tocó el género durante años: el súbito desembarco del trap, palabra derivada del argot estadounidense que designa el lugar donde se venden drogas, en América latina, hace una década, es por eso bastante misterioso, el despertar de una bestia durmiente.

El despegue del género, de todos modos, fue lento: recién hace dos años esta fusión comenzó a volverse popular entre los jóvenes gracias a una generación de artistas que desarrollaron el género en diversas variantes regionales (Bad Bunny es el principal referente portorriqueño, mientras que en Argentina el más popular en las redes es Duki) y varios artistas de la música urbana comenzaron a probar el género, desde Yandel a J Balvin, Maluma y Daddy Yankee. Quizás el reguetón comenzaba a volverse repetitivo, un mundo demasiado masivo y apiñado de competidores; quizás fue una reacción natural al crecimiento de ritmos latinos que solo mostraban la festividad latinoamericana, vendiendo por el mundo una música que escondía otras realidades.

"¿Que es el trap? Cocaína y follar", define Yung Beef, el integrante del grupo español de música trap, Pxxr Gvng: lo explícito es la ley del trap, porque se canta como se vive. No hay pose, no hay tampoco denuncia social, sino un reflejo poético de la realidad (desde la violencia hasta abusos y adicciones) en las vetas más duras del hip hop. Si el reguetón parecía no apto para menores, el trap lo reveló como una provocación mínima, amiga del mercado, con sus letras, como ocurrió con "Cuatro babys", de Maluma, duramente criticada por "machista y misógina". La música acompaña esta poética: el trap se caracteriza por un ritmo más ralentizado, más oscuro y envolvente, menos alegre. No es música para el boliche, como el reguetón.

"El trap es un género de letras violentas, de descripciones sexuales explícitas; es contracultura, la contracultura existe y ha existido siempre", denunció Carlos Vives recientemente, y Almighty, que grabó trap con Maluma, le respondió: "Hay canciones que pueden ser sucias y machistas, pero no lo puedes catalogar de esa manera, porque es variado. El trap es música, pero el contenido es distinto", defendió. Y agregó que "el trap es lo que necesita la música, el nuevo sonido de la música urbana".

La idea del trap como una renovación necesaria ha calado hondo en una generación desilusionada con el mundo, que ya no pide cambios políticos. Algunos hasta han comparado el auge del trap en España con el ascenso del punk, una música disruptiva, contra el mercado. Así, se ha convertido en un ideal, un código de conducta. "La nueva religión", como canta Bad Bunny en "Chambea": "Creo que toda mi generación busca eso: llevar adelante una ideología, una estética", le dijo Duki a La Nación.

Una religión que se reúne en internet, donde el "She don't give a FO" de Duki, por ejemplo, acumula casi 100 millones de visualizaciones en YouTube. No hay posibilidad que el mercado no se anoticie de semejante furor, y así es como el trap, de la contracultura underground y a pesar de sus contenidos explícitos, ha comenzado durante el verano su camino al mainstream. Si hasta Shakira grabó trap...

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD