El hincha de San Lorenzo, el fan de Viejas Locas y la misma muerte

La autopsia reveló que Aramayo sufrió un edema cerebral. "Queremos que juzguen a los culpables", dijo a 24CON el padre del joven muerto en el recital de Viejas Locas. La comisaría 44 bajo sospecha.

Ramón Aramayo y Rubén Carballo comparten un secreto que la Policía Federal prefiere que quede sólo en sus memorias: el de la represión. De ambos se dijo que sufrieron una descompensación no relacionada con la violenta intervención de la Federal. Pero las dos muertes rayan el dudoso accionar de una comisaría que ya carga con un oscuro pasado. 

 

El operativo antesala al encuentro entre el Ciclón y el Fortín, se dice, fue planificado por miembros de la Comisaría 44 de Versalles para que no resulte. El diario Olé lanzó una hipótesis escalofriante donde se habla de que la policía “mostró así sus dientes” a la idea que baraja la ministra Nilda Garré de poner a la Federal bajo control civil.


El actual jefe de la 44, Eduardo Bayot, habría liberado uno de los accesos para que las hinchadas se crucen y se genere el revuelo. “Como lo tenían planificado, fue lo primero que controlaron”, deslizó un testigo.


Pero lo de Aramayo se les fue de las manos y pese a que la autopsia realizada sobre su cuerpo indicó que su deceso fue producto de un "incongestionamiento de edema pulmonar y cerebral", la teoría de la represión no quedó descartada. 

 

La prensa oficial de la PFA dijo de entrada que “sufrió un ataque al corazón” tras “negarse” a que se le realizara un cacheo. Pero Mabel Flores, la esposa del hincha “cuervo”, asegura que “los canas lo mataron a golpes sin motivos”. Parte de la autopsia afirma que Ramón presentó una serie de "heridas leves" que estarían relacionadas con el forcejeo que protagonizó con la policía.


Por la causa ya apartaron a tres efectivos y la justicia ordenó que pasara a manos de Gendarmería, quienes realizaron pericias sobre el cuerpo y deberán analizar los videos de seguridad que registraron los violentos episodios desatados ayer en las inmediaciones del estadio.


La historia de nunca acabar


La Comisaría 44 carga con otra muerte relacionada a su dudoso accionar: la de Rubén Carballo, el chico que falleció tras agonizar durante 24 días luego de aparecer en coma al día siguiente de la trifulca que se desató en la vuelta de Viejas Locas el 14 de noviembre de 2009. El lugar: otra vez el José Amlfitani. ¿La seguridad?: a cargo de la 44.


Durante esos días la dependencia estaba bajo el ala del comisario Eduardo Metta, un hombre que para ese entonces ya había sido desplazado de la seccional 24 de La Boca por presuntas connivencias con la barrabrava local.


A la familia de Carballo intentaron callarla rápido. “Rubén se accidentó al intentar colarse al estadio”, le dijeron. Sin embargo, el pibe apareció inconciente, golpeado, salpicado de azul y con una fractura expuesta de cráneo. Su cuerpo era testigo del paso de la Federal.


“Ya me cambiaron cinco fiscales y, aunque todavía no hay imputados ni culpables, por suerte la causa pasó a manos de Gendarmería”, dijo a 24CON Rubén Carballo padre, quien se mostró muy indignado por el recurrente “mal accionar” del personal policial.


“Queremos que se juzguen a los culpables de las muertes de Rubén y de Ramón y que dejen de cubrirlos”, sostuvo Carballo al tiempo que se solidarizó con la esposa del hincha: “Le doy mi apoyo y estoy a su disposición. Le mandé un mensaje de texto porque llamarla ahora es una pesadilla”.

 

 

21 de marzo de 2011

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