Una serie de escuchas telefónicas fue clave para desbaratar a una banda que se dedicaba a realizar entraderas tras copiar las llaves de los clientes de un estacionamiento.
“No abre… estamos re enfierrados”, se lo escucha decir con nerviosismo a uno de los ladrones en una conversación interceptada mientras intentaban irrumpir en una vivienda sin éxito.
La organización, que operaba en la zona de Tigre y San Isidro, estaba integrada por un empleado infiel de una cochera del conurbano bonaerense, un funcionario municipal y presos de las unidades carcelarias de Lomas de Zamora, Magdalena y Campana. Hay siete detenidos y dos prófugos.
La modalidad delictiva combinaba inteligencia previa y logística. El empleado del estacionamiento se encargaba de copiar las llaves de las casas que los clientes que guardaban su auto allí dejaban en el auto y los ladrones entraban a las viviendas sin forzar cerraduras. El empleado municipal les avisara cómo venían las recorridas policiales en la zona del golpe.
Las escuchas permitieron reconstruir varios de los intentos de robo y frustraciones de los delincuentes. “Amigo, te estoy diciendo, ¿sos boludo? Estamos acá, vinimos a laburar. Vinimos a abrir y no entra, no, no, no, no, no. Probamos las cuatro llaves de todas las maneras y no entra. Estamos acá, estamos re enfierrados. ¿Qué onda?“, le dice uno de los implicados a su cómplice, en una de las comunicaciones que sirvió como prueba para la causa.
La investigación, a cargo de la fiscal Paula Hertrig, y derivó en múltiples allanamientos simultáneos en distintas localidades del conurbano bonaerense y en tres unidades penitenciarias desde donde los internos coordinaban parte del accionar de la banda.
Entre los detenidos figura un empleado del área de servicios del municipio de San Martín, sospechado de haber aportado datos clave para seleccionar las viviendas más vulnerables o valiosas.