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Para la construcción del jardín, Lino Mata contó con la ayuda de empleados municipales. Las farolas que iluminan este mágico paraje provienen de Japón junto a los peces Carpa mientras que las piedras fueron traídas de la provincia de Cordoba.
Hay solo dos jardines nipones en Buenos Aires, el de Palermo y este, el de Belén de Escobar. Hay varios estilos de jardines, este es el conocido como Montaña y Agua y, como todo en la cultura asiática, cada cosa tiene su significado.
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En el inicio del recorrido hay un espacio previo, coronado por un techito de madera, allí, los creadores de este pequeño edén, recomiendan sacar las malas ondas afuera para poder disfrutar de la naturaleza en plenitud.
El recorrido comienza por la parte derecha, donde se abren dos caminos, dos posibilidades de recorrer en lugar, una rápida y otra consciente, relajada. Esta bifurcación en dos caminos, representa las decisiones que debemos tomar en la vida. Tomando el camino de la derecha nos encontraremos con una cascada, símbolo de nuestro nacimiento.
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Luego aparece una montaña, desde donde se puede observar la totalidad del parque. La montaña, representa la madurez de nuestra vida, una mirada retrospectiva de nuestra historia y esta coronada por un ejemplar de Ginco Bilova, el árbol que sobrevivió a la radioactividad en Hiroshima, reconocido por sus propiedade antioxidantes, energéticas y, revitalizadoras de la memoria.
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A continuación de la montaña, nos encontramos con un puente, que representa la segunda mitad de nuestra vida, desde allí, es propicio un caminar más lento y reflexivo sobre un lago coronado por flores de Loto y peces Carpa de colores.
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El segundo puente representa nuestro camino hacia la finitud de nuestra vida, un camino inevitable, pero no necesariamente negativo, sino que permite comprender, que todo tiene un final y prepáranos reflexivamente para él.
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El Jardín japonés de Escobar es parte del patrimonio del Municipio y, para acceder hay que abonar la suma simbólica de un peso, del cual los niños y jubilados se encuentran exentos. A pesar que el predio no ocupa más que una hectárea, la percepción de las dimensiones, es tergiversada por la increíble energía espiritual que se respira.
30 de enero de 2009