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El predio que tiene alma

De Casimires Spencer a Parque Suárez. La historia de un edificio que nació para contener un pueblo.
Miércoles, 04 de marzo de 2009 a las 16:12
Más de mil obreros recorrían sus calles, el olor a las tinturas inundaba el ambiente, y el ruido de las maquinas acompañaba a quien quisiese acercarse al lugar.Casimires Spencer era un vivo reflejo de los procesos de industrialización de mitad del siglo XX, sin embargo debió sufrir y atravesar el destino y el vaivén de la economía argentina.

En 1948 se terminó de construir la planta textil de más de 30 mil hectáreas en un predio de 50 mil ubicado en un José León Suárez muy distinto al actual. Unas pocas casas rodeaban la fábrica, la que influyó notablemente en la urbanización de la zona. “Hasta algunas casas las construyó la empresa, era otra época” recuerda la actual presidente del Parque Industrial Suárez, la ingeniera Andrea Werthein.

“Trabajaban mil personas, entraban y salían 200 vehículos por día, entre los autos de los obreros y los camiones” recuerda la ingeniera, hija del último dueño de la planta textil y uno de sus fundadores.

La forma de los hangares de la planta respondía a la estructura de la línea de producción de los casimires. La producción abastecía al mercado interno y llegó a exportarse también. En la década del 60 fue visitada por el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon ya que era una planta modelo, un ejemplo de lo que era la industria de aquellos años, “Acá había un jardín de infantes, un servicio médico, mercado, era un pueblo en si mismo porque el estado en ese momento no lo proveía, además de trabajo la gente encontraba lo que necesitaba, por eso este lugar tiene alma” rememora orgullosa Werthein.

Pero no todo fue prosperidad. Bien entrada en los noventa la fábrica no fue la excepción de la época y de lo que le sucedía a la industria, ante la políticas neoliberales que imperaban en el país la planta debió cerrar, corría el año 1994 cuando los últimos obreros dejaron sus herramientas y se marcharon de “casimires Spencer” por no poder competir con los productos importados a raíz del cambio desfavorable.

“Esto era un fábrica textil, desde el 49 al 94, debe ser de las que se cierra mas tarde dentro del proceso de destrucción de la industria textil de la argentina” denota la presidente del Parque Suárez.

Las maquinas se remataron “mi papá lloraba en el remate, esas maquinas hoy están produciendo en Chile, Venezuela y Perú. Por suerte cuando se paró la fábrica estuvo muy poco tiempo vacía.

La alternativa fue paliativa, una empresa de logística alquiló el predio completo para utilizarlo como depósito, estacionamiento de camiones y base operativa. Un fin muy distinto del pensado cuando fue construido. Pero nuevamente la fábrica fue embestida por la economía argentina y a fines de 2001 la empresa locataria anunció que dejaría el lugar.

“Cuando quedó vacante y vacío, fue un momento muy difícil porque es un predio muy grande, en una localización interesante y conflictiva a la vez. Fines del 2001 los primeros saqueos fueron acá a dos cuadras, lo que denota la alta conflictividad de la zona en su momento, tuvimos intentos de usurpación” aclara la ingeniera “era un desafío, volver a ser una sola fábrica era imposible, queríamos vender pero tampoco había quien comprara, era la época del Corralito, entonces la realidad era que esto no podía apuntar a un mercado único, la posibilidad de que se convirtiera en otro edificio con otra función surgió porque el lay out de la fabrica es muy interesante, está compuesto por las distintas naves y al tener accesos a calles y circulación lo hacía apto para esto. Como inmueble único era obsoleto, para logística no sirve por los espacios, la realidad es que lo que había sido no iba a poder ser”.

“Podría haber sido un hospital” acota el Ingeniero Alberto Lombardi, “no fue este proyecto lo primero que se nos ocurrió, el proyecto del hospital hubiese sido muy bueno para la comunidad, es una zona muy densamente poblado y no hay hospitales grandes cerca, pero en su momento los gobiernos no tenían dinero para adquirir, ni para desarrollar”.

El proyecto de un parque industrial que apunte a darle un espacio de desarrollo para Pymes nació de la visión de su presidenta, no obstante no fue fácil: “el destino original iba a ser imposible, nunca iba a poder volver a ser una única fábrica, para una empresa logística nuevamente tampoco porque era un inmueble obsoleto para ese rubro. La nueva era que venia con el cambio político y económico producía una nueva oportunidad y eso fue lo que se aprovechó, en un contexto diferente y adecuado.
yo soy ingeniera agrónoma por lo que tuve que hacer un cambio, mi familia tiene experiencia en el plano industrial pero no inmobiliario. Fue un desafío.

Así en el año 2002 y luego de importantes modificaciones en el área de seguridad, de la red contra incendios abrió sus puertas el Parque Industrial Suárez ofreciendo espacios alquilables con todos los servicios necesarios para que cualquier empresa pueda instalarse y producir.

“El primer cliente alquiló 55 metros cuadrados, hacia accesorios para carteras, hoy estamos al 92 por ciento de ocupación” cuenta orgulloso Lombarda. “La verdad es que abrimos con poco. A modo anecdótico, el portón de entrada parecía el de una cárcel antigua que se cerraba con una cadena y un candado, entonces lo primero que hicimos fue colocar un sistema de control de accesos y reacondicionamos a medida que fueron surgiendo las necesidades, porque nosotros imaginábamos el proyecto pero no sabíamos que iba a suceder. Pero se empezó a consolidar y las cosas que nos sucedieron las pudimos empezar antes, porque teníamos un plan de negocios, eso es fundamental” explica por su parte Werthein.

Poco a poco el predio de la ex Casimires Spencer se fue poblando de empresas y pymes, y con ellas sus calles volvieron a llenarse de gente, autos y camiones. Hoy, después de 15 años volvió a tener el mismo ritmo, población y actividades como en sus comienzos.

“Es una experiencia muy satisfactoria. La recompensa fue tan grande, que mi padre vea esto funcionando, después de haberlo tenido que desguasar. Haber cerrado desde el punto de vista del factor humano fue terrible, ver que la gente vuelve a trabajar acá dentro es maravilloso” afirma la presdiente, “es porque hay un condimento, que es el alma, que no esta descrito en ningún libro, es un intangible, pero uno que esta inmerso puede decir que este lugar tiene un alma"
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