Diego está sentado en la puerta de la unidad respiratoria del Hospital Posadas. Aunque tiene un barbijo que le cubre la mitad de la cara tose e igualmente se tapa como si se tratara de un acto reflejo.
Diego es de González Catán pero estaba en la casa de su novia en Haedo que le insistió que se hiciera ver. Había llegado hace media hora. Le dieron un número y un barbijo. Ahora tenía que esperar al igual que las diez personas que estaban sentados alrededor suyo.
Sobre los ingresos del Hospital yacen barbijos usados. Una vez dentro, los pasillos están atestados de gente. Una fila enorme espera en la recepción para ser derivados a las distintas especialidades y otra cola se forma en la puerta del baño.
En la oficina de enfrente, otra fila. Esta vez es para sacar fotocopias. La chica encargada también lleva un barbijo.
Pasan dos policías. “¿Hay un chico grave, no?” dice uno de ellos. El comentario se repite en todo el Hospital. La primera muerte que se cobró la gripe A/H1N1 sucedió en este lugar y el miedo sobrevuela por todo el edificio.
Julio está parado en la puerta. Su esposa sufrió en un ataque de asma agravado por la gripe. Había ingresado al Hospital Agüero y luego de esperar tres horas fue atendida. Una vez de vuelta en su casa se descompensó y Julio decidió ir al Posadas. No se queja, dice que la atención es buena y su esposa fue atendida enseguida. Ahora espera el resultado como cientos de personas en el país que temen haberse contagiado la nueva gripe.