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“Mi nombre es Teniente Aldo Raine y necesito ocho soldados” exclama Brad Pitt en otro punto de Europa. Conocidos por el enemigo nazi como The Bastards, los hombres de Raine se unen a la actriz alemana Bridget Von Hammersmark, interpretada por Diane Kruger (Troya), una agente secreta que trabaja para los aliados con el fin de llevar a cabo una misión que hará caer a nada más y nada menos que a Hitler, Goebbels y Göring.
El film, descrito por Tarantino como una mezcla de “El bueno, el malo y el feo” y “Los doce del Patíbulo” fue presentado la semana pasada en Cannes donde, según trascendió, la crítica no sabe si catalogarla como la peor o la mejor película en la carrera del director estadounidense.
El género bélico es nuevo para Quentin. En su extensa filmografía nunca había tocado el tema. “Es simplemente la historia de unos personajes que, si de verdad hubieran existido, sí podrían haber cambiado el rumbo de la Historia”, explicó Tarantino a la prensa amontonada en Cannes para sacarle una declaración al director.
Con respecto a la actuación del alemán Christoph Waltz, que según se dijo se roba la película, el autor reveló que: “Necesitaba un gran actor que fuera a la vez un genio de las lenguas. Y me costó tanto encontrarlo que estuve a punto de publicar simplemente el guión y pasar a otro proyecto”.
En el famoso festival se proyectó una versión de 160 minutos. Más tarde Tarantino admitió que volvería a la isla de edición para reducir la duración.
“El objetivo de cualquier cineasta es venir a Cannes. No hay un sitio así. Son los Juegos Olímpicos, el monte Olimpo del cine. Aunque a la gente no le guste lo que haces puedes sentir la pasión”, aseguró el director.
Es extraño que un cineasta con las características de Tarantino nunca haya hecho una película bélica. Los mejores directores ya lo han hecho. Vienen a la mente el nombre de Spielberg en “Rescatando al soldado Ryan”, Oliver Stone en “Pelotón”, o “Full metal jacket” de Stanley Kubrick, por nombrar sólo tres grandes exponentes del género.
Lejos de ser una crítica de la guerra, Tarantino traslada en este film su particular universo al campo de batalla. El objetivo de Raine es claro: que su escuadrón mate nazis y le traiga el cuero cabelludo de sus víctimas como trofeo.
Para los fanáticos del sanguinario director la espera se hace interminable. Sólo falta aguantar hasta agosto para saber si nos habrá desilusionado u otra vez habrá convertido lo que tocó en oro.