Por Tinder o a la salida de un boliche en Palermo. A través de un mensaje de Instagram o de levante en la vereda. Las viudas negras eligen a sus víctimas, consiguen entrar a su casa y terminan llevándose lo que encuentran. Un delito difícil de investigar y que, a veces, termina en muerte.
El último caso resonante fue el de Williams Jonathan Quispe Quenta de 19 años, que junto a dos amigos, conoció a tres chicas en la discoteca Equinoxio en Liniers. Llegaron a las 6 de la mañana y tomaron hasta perder el conocimiento. Al despertarse, el joven estaba muerto y faltaban un televisor, los celulares y algo de dinero.
Según fuentes judiciales la modalidad no es nueva pero se asentó con la pandemia y las restricciones para circular. Cómo salir no era una opción los encuentros ocasionales se gestionaban online. En el 95 por ciento de los casos el delito lo cometen mujeres y las víctimas son hombres, pero también hay hombres que usan aplicaciones para contactarse con otros hombres.
Un café o una cerveza pueden ser la excusa para entrar a la casa pero una vez dentro, las viudas negras usan benzodiazepinas, un fármaco que produce somnolencia. Probar su consumo es difícil porque muchas veces las delincuentes no dejan huellas o porque las víctimas se despiertan muchas horas después y es difícil rastrear la droga que quedó en su cuerpo.
¿Cómo trabajan? A vez lo hacen por cuenta propia y en otras ocasiones integran una banda cumpliendo el rol de contactar a las víctimas por chat o de lograr ingresar a los domicilios para que otro termine el trabajo.
La principal dificultad para investigar radica en que operan con nombres, alias y fotos falsas. Los expertos coinciden en que las delincuentes con más experiencia ya saben que pueden rastrearlos a través de las redes sociales, por eso eligen encarar en boliches. Buscan hombres mayores, turistas o analizan el tipo de consumo que tienen en la barra, si pagan en efectivo o qué tipo de celular o reloj usan.
Muchas de estas causas judiciales terminan en condenas por "hurto calamitoso", un hecho agravado por "aprovechar un infortunio personal", en este caso la pérdida de conciencia de la víctima.
Las penas que establece el código van de 1 a 6 años de prisión y, en la mayoría de los casos, terminan en juicio abreviados con penas excarcelables.