Guillermo tiene 62 años y una pasión intacta por su moto, una Kawasaki Z400 con la que solía recorrer caminos para despejar la cabeza. Esa rutina tranquila se transformó en una pesadilla cuando regresaba a su casa por la autopista Richieri, sin imaginar que estaba a punto de quedar atrapado en un golpe comando ejecutado con precisión quirúrgica.
Circulaba por el carril central, a unos 100 kilómetros por hora, cuando tres motos aparecieron de la nada y lo rodearon en segundos. Los ocupantes, todos armados con pistolas semiautomáticas, le apuntaron directamente al cuerpo mientras le gritaban que frenara. No era un robo improvisado: era una emboscada planificada.
Los delincuentes intentaron derribarlo golpeándole la rueda delantera. Al no conseguirlo, cerraron cualquier vía de escape: una moto a cada lado y otra por detrás, todas con los caños apuntándole. La maniobra fue tan sincronizada que Guillermo la describió como una coreografía. Toda la secuencia quedó registrada por la cámara GoPro que llevaba colocada en el casco.
El ataque ocurrió a plena luz del día y con tránsito intenso. Autos y camiones pasaban alrededor mientras el hombre era asaltado en movimiento. La mayoría siguió de largo, como si nada estuviera pasando. Solo una familia y un conductor de una camioneta utilitaria frenaron y se quedaron a ayudarlo.
A unos dos kilómetros del peaje del Mercado Central, en la zona de Tapiales, lo obligaron a detenerse. Lo revisaron de pies a cabeza en busca de objetos de valor y le robaron la mochila con pertenencias personales, entre ellas ropa y elementos de uso diario. Llamativamente, no se llevaron el celular. Luego escaparon con la misma velocidad con la que habían aparecido, dejándolo solo, conmocionado y expuesto sobre la autopista.
El terror no terminó con la huida de los delincuentes. A la violencia del asalto se le sumó el abandono posterior. Guillermo se encontró no solo golpeado emocionalmente, sino también desorientado y sin respuestas inmediatas. La sensación de inseguridad se transformó en bronca: nadie lo cuidó, nadie reaccionó a tiempo y casi nadie se detuvo.