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Casos resonantes en los que la religión se opuso a la vida

La muerte de la joven anoréxica que se negó a recibir tratamiento por sus creencias, despertó todo tipo de críticas en la sociedad. Otras historias conocidas.
Miércoles, 19 de junio de 2013 a las 19:46

 

El pasado sábado falleció una joven de 19 años en la ciudad Rosario del Tala, víctima de una anorexia nerviosa que no fue tratada debido a las creencias religiosas de su madre, quien está convencida de que las enfermedades se curan sólo con la oración.

Pero el caso de esta chica entrerriana no fue ni primero ni el último que puso en tela de juicio a sectas o religiones, como los Testigos de Jehová, que se oponen a transfusiones de sangre u otras prácticas médicas.

La situación se torna más delicada cuando lo que está en juego es, nada menos que, una vida, y estos tratamientos son el pilar fundamental para salvar a la persona de la muerte. Sin embargo, muchas veces la familia del enfermo se opone y ahí es cuando debe entrar la Justicia, aunque su intervención pocas veces resulte exitosa.



 
“Se encomendaban enteramente a Dios”

El padre de la adolescente anoréxica que falleció por no dejarse recibir tratamiento acudió a la Justicia para que se brinde asistencia “psiquiátrica y médica” a sus otras seis hijas, ya que la madre se opone por cuestiones religiosas.

 

Cristian Mirabelli realizó una presentación ante la Justicia provincial porque "las seis hermanas son menores de edad. El fiscal Elbio Rojkin, por su parte, afirmó que la Justicia "hizo todo lo que podía hacer" para convencer a la adolescente para que reciba atención médica por el cuadro grave de anorexia que padecía y destacó que su creencia religiosa "influyó mucho" en esa decisión.

La madre de la joven rechazó "cualquier tipo de intervención médica, se opone terminantemente", incluso después del fallecimiento de su hija de 19 años.

El abogado dijo que en septiembre Mirabelli presentó un escrito en el que solicitó la intervención de la Defensoría de Pobres y Menores de Rosario del Tala "para que se ocupen del tratamiento médico de su hija, puesto que veía un deterioro de su salud, pero desconocía a qué obedecía".

Baridón destacó que la adolescente y su madre se oponían "a cualquier tratamiento u observación médica y quedó constado en actas que se encomendaban enteramente a su dios, dentro de su religión o secta".

"Son muy creyentes, oran en grupo y están convencidos de que todos sus problemas se solucionan por la fe", afirmó el fiscal respecto de la adolescente y su madre, mientras expresó que "la Justicia hizo todo lo que se podía hacer desde el Estado, sin avanzar indebidamente sobre una decisión privada".

La cordobesa que se negó a recibir sangre

María Irene, una obstetra de la ciudad de Córdoba, sufrió un accidente de tránsito el pasado abril que le provocó heridas en su brazo y pierna derecha y traumatismos en el tórax y el abdomen.

En el choque, la mujer de 74 años perdió una gran cantidad de sangre y debía ser sometida a una transfusión urgente para salvar su vida. Sin embargo, los médicos se encontraron con un detalle: era Testigo de Jehová y se oponía al tratamiento.

La salud de la obstetra, que estaba conciente, poco a poco se fue debilitando debido a la falta de sangre y métodos de curación adecuados. Finalmente, la mujer murió como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio.

José Brito, encargado del Shock Room del Hospital de Urgencias, expresó que “la familia había firmado un acta donde se hacía responsable de lo que le ocurriera a la mujer” tras su drástica determinación.

El Comité de Bioética del hospital emitió un comunicado explicando que los médicos que atendían a la mujer "tuvieron que admitir su expresión de voluntad" en razón a la ley 26.529, sobre Derechos del Paciente en su Relación con los Profesionales e Instituciones de la Salud.

El Testigo de Jehová baleado en San Justo

 

Pablo Albarracín, en mayo de 2012, fue víctima de un brutal robo y recibió cinco tiros en el cuerpo y uno en la cabeza. Estuvo internado en la clínica Basterrica, donde quisieron realizarle una transfusión de sangre, pero su religión lo impedía.

El hombre, un Testigo de Jehová de 38 años, había firmado un documento donde expresaba su negación a someterse a este tipo de intervenciones. Su padre, desesperado, pidió ayuda a la Justicia y el caso llegó hasta la Corte Suprema.

Luego de permanecer internado durante casi dos meses en grave estado, la Corte dictaminó que se respete su decisión, por lo que su hermana expresó que lo estaban “dejando morir”. Sin embargo, la salud de Pablo comenzó a mejorar lentamente y finalmente fue dado de alta en julio de 2012.

 

Dicen que la fe mueve montañas, pero cuando se está al filo de la muerte y la única opción es rendirse ante la ciencia, ¿vale la "vida" seguir llevando el estandarte de la religión a rajatabla hasta la misma muerte?

 

19 de junio de 2013

 

 

 

 

 

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