Cómo produce la industria de la pirotecnia ilegal y por qué el famoso “rompeportones” está prohibido. “Arman los fuegos artificiales con papel de diarios”, dijeron a 24CON.
En vísperas de las fiestas pasa de todo. Los días son decisivos, se termina el año y el consumo crece. Los comercios venden desmedidamente: regalos, comida y, sobre todo, los locales callejeros se “hacen la América” con la venta de pirotecnia trucha.
Están en cualquier vereda de los centros comerciales. Son como los manteros (vendedores de CDs y DVDs truchos). Su temporada de trabajo más fuerte empieza a fines de noviembre, y explota (casi literalmente) en los últimos días de diciembre.
El mayor riesgo al comprar este tipo de productos es, lógicamente, la seguridad del cliente. Así lo explicó a 24CON el gerente general de la empresa de pirotecnia Cienfuegos, Daniel Landeira: “La producción ilegal está hecha con químicos prohibidos. Es inestable, es decir, se pueden prender por fricción, por golpes o porque sí. Es por eso que te puede estallar en la mano, o al estar almacenado”.
El negocio petardero
Sin dudas, su precio es bueno, pero las consecuencias graves. Con el paso del tiempo y por la inflación económica, el valor de los fuegos artificiales fue incrementándose. Actualmente, en promedio, aquellos oficiales de gran poder de fuego cuestan como mínimo $100, y hasta los que tienen varios efectos lumínicos pueden alcanzar los $300, hasta llegar a sobrepasar los $1000. Un presupuesto no apto para todo público, que incide en la decisión de comprar más cantidad a menor costo, sin medir los riesgos (aunque no quita que el uso de los productos legales también lo tengan).
Los ejemplos son contundentes. Aunque con respecto a los valores, es más notorio en el caso de petardos, candelas, volcanes, morteros, fósforos y las llamadas “bombas de cebolla”, que producidos legalmente no superan los $30. De todas formas, estos fuegos son de menor tamaño y durabilidad, pero no por eso menos estruendosos. Como son el caso de los conocidos “Mata suegra”, o “Tumba rancho”.
Por otra parte, también está en jaque el uso del famoso “rompeportones”, un petardo prohibido por ley en el país, ya que está hecho a base de clorato de potasio, y puede detonar imprevistamente por su mala fabricación. Pero también suelen armarlos con pólvora negra, mucho más nociva y peligrosa que la blanca. Es más, se puede fabricar de forma casera con químicos que se consiguen en la farmacia. Increíble: Hasta en la Web circula la receta.
Si bien el número no es fehaciente (porque no se puede calcular con exactitud), las áreas encargadas de la problemática estiman que el mercado ilegal acapara un 20 por ciento del negocio. Así y todo, su auge sería cada vez menor. Sobre todo luego del ingreso de pirotecnia importada a principios de la famosa década de la pizza y el champagne, los “felices” ‘90s. Según Landeira, también se debe a la existencia de “mayores controles y por la educación del público, que va tomando conciencia”.
Un cohete en el pantalón
El principal organismo que se encarga de controlar su fabricación es el Registro Nacional de Armas (RENAR), que cada año inspecciona decenas de centros de producción clandestinos, y hasta cuenta con una línea gratuita para recibir denuncias de forma anónima.
Otro de los grandes peligros corre dentro de las fábricas caseras, ya que no cuentan con las normas de seguridad necesarias y, si el diablo mete la cola, el lugar podría convertirse en una tragedia. Según aconseja el RENAR, las paredes y el techo deben estar cubiertos con material ignífugo, el edificio debe ser de un solo piso y hasta tener pararrayos, y para evitar mayores riesgos en caso de derrames líquidos, el piso no debe ser de material absorbente. Y estas son solo algunas de las principales condiciones.
Si bien no existen datos y estadísticas cien por ciento fehacientes, ya que no se logran contabilizar con exactitud, el Conurbano es la zona elegida que acapara la mayor cantidad de producción ilegal, al igual que la Ciudad de Buenos Aires, pero en menores proporciones. Según la Cámara Argentina de Empresarios de Fuegos Artificiales, la industria factura más de 15 millones de pesos por año.
Al respecto, el Defensor del Pueblo Adjunto de la Ciudad de Buenos Aires, Atilio Alimena, expresó que la peor parte es “la incongruencia entre todas las reparticiones”, ya que permite que “haya cientos de negocios y sucuchos, que tienen abundante cantidad de cajas y que dicen ser mayoristas, sin contar a los ambulantes que ya nadie controla”, según un artículo que publicó el diario Crítica.
Según datos oficiales que brindó el RENAR a 24CON, desde fines de 2008 a mediados de diciembre del corriente, “se han secuestrado 60.870 Kg. de pirotecnia y 7.607 unidades de pirotecnia en distintos procedimientos”.
Una de las noticias más llamativas ocurrió a principios de este mes, cuando la policía detuvo a una banda de piratas del asfalto que había robado un camión con más de 200 bultos de fuegos artificiales. Fueron interceptados en la zona de Luis Guillón. Sin embargo, a semanas de las fiestas, hay tiempo para que surjan más novedades.
Los Municipios soplan la mecha
Tanto en el Conurbano como en la Ciudad, las autoridades ya pusieron el ojo en este fenómeno. En Florencio Varela, a través de una ordenanza municipal se prohibió el uso de cualquier tipo de pirotecnia hasta febrero. Con la drástica medida, también advirtieron que aquellos que no la cumplan serán severamente multados.
Por su parte, desde agosto el municipio de Tigre ofrece habilitaciones para la venta de pirotecnia sólo a los comercios que presenten el correspondiente Certificado de Aptitud Técnica. El objetivo de la iniciativa es controlar la industria ilegal y evitar accidentes. Así ocurrió en la feria La Salada, en diciembre de 2007, cuando la policía incautó 1200 kilos de pirotecnia trucha. O en Lanús el año pasado, donde hicieron detonar en un descampado más de 100 kilos secuestrados.
Como también ocurre en otros distritos, en la Ciudad de Buenos Aires lanzaron semanas atrás una campaña que alerta sobre el uso inapropiado de dichos elementos. Sobre todo porque las estadísticas sorprenden. Según una vieja encuesta difundida por la Jefatura de Gabinete provincial, el 45 por ciento de las lesiones por pirotecnia que afectan a menores de quince años ocurren por el empleo de “dudosa procedencia y por la falta de prudencia en la manipulación”.
La herida más común es la quemadura, que generalmente se localiza en las manos, en parte del rostro o en los ojos. “Pero también hay casos de mutilaciones genitales, ya que muchas veces estos artefactos se llevan en los bolsillos y pueden comenzar su combustión aun sin ser encendidos”, tal como expresó el Doctor Alberto Iñón, según publica La Nación. En promedio, los hospitales preparados para este tipo de heridas (como el Oftalmológico o el Quemado) reciben en total un promedio de 700 pacientes por año, con heridas de fuegos artificiales.
17 de diciembre de 2009
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El día que La Matanza y Tres de Febrero descendieron al infierno. ¿Por qué se incendiaron Johnson & Son y Aerosoles Argentinos? La salud y el medio ambiente, en peligro.