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Adela Hlozek presentó su libro: "Amaneceres"

Es checa, vive en Ballester y escribió un libro a su corazón infartado. Habla de la muerte, de literatura y del terrible "oficio" de ser mujer.
Domingo, 11 de abril de 2010 a las 20:24
Por José Luis Gallego

La historia de Adela Hlozek más que un ejemplo de vida, es un grito de mujer en la cara de la finitud que impone la vida. Docente, madre, investigadora y poeta, Adela le escribe a un corazón que, desgastado, pelea su combate diario: “Yo estoy dispuesta a irme en cualquier momento. Cada día es un regalo. En general la gente no vive así, hay mucha neurosis en la sociedad”.


Nació en Parque Chacabuco, es hija de padres checos criada en dos culturas.  A los 22, con el silbido de las bombas de la “Revolución Libertadora” de fondo, se vino a vivir a Villa Ballester.


 “A mi me gusta mucho la vida de hogar, pero no me alcanza” le dijo a su esposo y armó una academia para apoyar a alumnos en ciencias biológicas. Hoy la saludan señores pelados o barbudos que reconoce como alumnos de antaño.


 “Al principio me costó escribir –admite- pertenezco a la generación de mujeres que nos liberamos, pero pagamos el costo de haberlo hecho. En mi generación los hombres eran personas atendidas al cien por cien por las mujeres. Con lo cual yo, además de trabajar, tenía que atender  la familia. Cuando el hombre cambió, las cosas fueron distintas. Hoy en día los matrimonios se turnan, sino es imposible”.


¿Pero en que consistió el cambio histórico de la mujer?
El cambio se trata de querer, Madame Curie pudo porque quiso, ser una científica y madre. Yo me recibí en el 50. La mujer siempre tuvo derecho a tener profesión.  Carola Lorenzini quiso volar y voló. Mi abuela quedó viuda con 8 hijos. Ella tenía dos opciones: ejercer el oficio más viejo del mundo o, ser lavandera para el Imperio austrohúngaro. Y lavando ropa con agua del río logró hacer el magisterio.


 

Amaneceres: Adela Hloezek presenta un libro de poesía que incluye tres relatos y un capítulo especial dedicado a su corazón enfermo. El ejemplar también contiene reproducciones de pinturas en las cuales la poetisa inspira sus versos. Editoral AqL



Hace poco tiempo, apenas un par de años,  Adela tuvo su primer infarto, al tiempo otro y la complicación de un edema pulmonar. Ella lo describe como una fragilidad total: “Sentí que me moría. Me despedí de mis hijos. Me dieron la extremaunción, que ahora la llaman Ministerio del Alivio, bah, me dieron el pasaporte, pero me parece que algo tengo que hacer aquí y entonces me decidí a publicar mi libro.


¿Qué cambió después del infarto?
A mi el infarto me obligó a simplificar. Tuve que aprender a vivir la vida sin tantas obligaciones. Cuando un órgano está lesionado hay que atenderlo y eso lleva tiempo. Es el precio de la sobrevida.


¿Qué significa “Amaneceres” para usted?
Mi poesía es una reseña a  lo largo de la vida, que tuve que sintetizar


¿Usted le escribe a su corazón?
Y agradezco a la fundación Favaloro. Tuve 5 hijos, es agotador. Es lógico que se desgastó el corazón .Como dice Amado Nervo: “Vida nada me debes, estamos a mano. Estamos en paz”.

¿Cómo hace una madre y docente para hacerse poeta?
Siempre me hice un poco de tiempo, pero, la verdad es que para escribir todo lo que quiero necesito dos vidas. Lo que hice fue juntar apuntes de a poco. Después, en el Centro Universitario donde trabajo "ad honorem", empezó a funcionar un taller de los Poetas del Encuentro, yo siempre quise hacer un taller de poesía. Fue ahí que me sentí con permiso, eso fue hace 15 años.


¿Por qué escribe con rima?
Es de mi formación, soy egresada del liceo número uno. Respeto la métrica porque es más vibrante. Si yo digo “tengo una válvula díscola que dice llamarse mitral”, y yo puedo usar mil palabras más, pero no es lo mismo. El verso tiene que tener un poco de rima.


¿Eso no la encasilla?
El contenido más poderoso, cuanto más breves es mas denso. La metáfora es: El comprimir  fortalece la flecha. No, me siento me siento libre. El verso muy liberado termina siendo algo caótico. Una frase buena tiene más fuerza que un discurso entero.


¿Cuáles son sus poetas de cabecera?

No me gusta Lorca. Me gusta Rafael Obligado, Pablo Neruda, Amado Nervo, Rubén Darío, José Asunción Libre.


Usted fue investigadora, pasó muchas horas detrás del microscopio ¿Descubrió cosas a través de la ciencia que cambiaron su estado de conciencia?
Básicamente dos cosas, la primera: La conciencia de la microscopia en los cursos me dio la claridad de la pequeñez de uno en el universo. Si usted mira para arriba y se siente grande es un chiflado y, si usted mira por un binocular donde cada vez ve seres pequeños, microscópicos que se mueven y usted está en medio de esa vastedad. En un pantano hay paramecios y algas. Cuando están presos en una gota, frente a un microscopio son como nosotros, no pueden escapar. Nosotros tampoco podemos salir de esta galaxia.

Y, la segunda: que cuando fui gerente en un laboratorio de análisis, descubrí  la corrupción de algunos laboratorios con respecto a los pacientes. Conocí seis casos donde para lograr una constancia de terapia, el medico exigía que se informara alguna falsedad y eso no va conmigo. Tuve que adquirir una convicción profunda de lo que me interesa y terminé renunciando.

 

¿Si le concedieran un deseo cual elegiría?

Me gustaría escribir un poco más, cosas que tengo guardadas




Carola Lorenzini: obtuvo en 1933 su carnet de piloto de Aviador Civil, en el ‘35 batió el record de altura (más de 5300 metros, sin oxígeno auxiliar); en 1940 unió en un raid aeronáutico catorce provincias argentinas y fue tapa de "El Gráfico". Famosa por su destreza para el looping invertido –una acrobacia extrema a la que sólo se le animaba otro aviador, su maestro Santiago Germanó– Lorenzini abrió caminos para todas las mujeres que aspiraban al vértigo y a la altura. Dos de sus sucesoras inmediatas fueron María Angélica Medina (10 mil horas de vuelo) y Luisa Quiroga (45 años de experiencia como piloto), ambas miembros activos de la Organización Femenina de Aeronavegantes (Orfea).

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