Para ablandar a quienes se oponían al rescate de Wall Street, el Senado incluyó medidas como alivios fiscales y medidas que benefician al ciudadano medio relacionadas con la protección de los depósitos bancarios, y medidas sanitarias.
El eje central del acuerdo es que el Departamento del Tesoro podrá adquirir la deuda de mala calidad de los bancos por importe de hasta 700.000 millones de dólares. De ellos, tendrá 250.000 millones disponibles de inmediato y otros 100.000 millones si el presidente George W. Bush lo considera necesario. El Congreso puede retener los 350.000 millones restantes si no está satisfecho con el desempeño del programa.
Desde la Casa Blanca hasta los pasillos del Congreso, el mensaje ha sido el mismo: se cierra el grifo de los préstamos y eso tiene graves consecuencias para los hogares, fábricas, negocios, e incluso ciudades y municipalidades.
"Estamos en una situación muy peligrosa en la que las instituciones financieras en todo el país temen prestar dinero. Eso significa que si no actuamos será más difícil para los estadounidenses" conseguir préstamos, explicó Obama antes de la votación. "Podríamos ver el cierre de miles de negocios, la pérdida de millones de empleos, a lo que seguiría una larga y dolorosa recesión. En otras palabras, esta no es solo una crisis de Wall Street, es una crisis estadounidense", advirtió el senador demócrata por Illinois.