Gestión y política

Rodríguez Larreta y las situaciones que amenazan con recortarle poder en la ciudad

El Jefe de Gobierno se asume todopoderoso, pero en los últimos meses hubo episodios que no lo dejaron bien parado.

En diez días el gobierno porteño tomará el control del servicio de acarreo de vehículos después de 30 años de irregularidades en los contratos de las dos empresas que operaron en forma turbia y oscura. Visto así, será una victoria para Horacio Rodríguez Larreta que podrá colgarse los laureles de ser la persona que logró doblegar la impunidad empresarial y la connivencia política, pero por detrás también asoma un recorte de poder hacia el jefe de gobierno.

En los últimos meses Rodríguez Larreta tuvo que afrontar varios frentes de batalla que no solían aparecer en otros tiempos, provenientes de sus propios socios políticos o de otros sectores de la sociedad porteña. Por la administración de servicios públicos sensibles o proyectos en la vía pública, controvertidos y judicializados, el líder de gobierno tuvo que salir a dar la cara con un registro desconocido para él, mientras se concentra en la gran pelea electoral de 2023.

La pregunta que se hacen los votantes fieles del larretismo es si las aspiraciones presidenciales pudieron haber corrido el foco de la ciudad cuya gestión quedó en manos de funcionarios de segundas y terceras líneas, con mucha menos llegada y cercanía al vecino que Rodríguez Larreta.

Rodríguez Larreta saluda eufórico en el teatro Colón en una noche de gala junto a docentes

El último gran llamado de atención lo propinó Lilita Carrió, la líder de la Coalición Cívica, que reunió a su tropa legislativa porteña para marcarle la cancha al jefe de gobierno.

El frente Anti Grúas, promovido por la oposición, se estaba cocinando en los pasillos y despachos de la Legislatura, pero no lograba la fuerza necesaria para provocar un cimbronazo en el oficialismo. Hasta que Carrió dio la orden de que los legisladores de la CC, socios del Pro en el recinto, se sumaran a la convocatoria de una sesión especial para pedir la suspensión del servicio de acarreo.

Tocado, Larreta convocó a su equipo más cercano para pegar un volantazo y no quedar pegado a una exigencia de la Legislatura que se aprestaba a ordenarle el fin de los contratos con las empresas Dakota y BRD. 

Eran las últimas horas de un lunes agitado cuando el jefe porteño decidió, a las apuradas, anunciar al día siguiente el fin de los contratos. Habían pasado más de 30 años de renovaciones espurias, un canon irrisorio y relaciones turbulentas con los empresarios de las grúas.

El jefe de Gobierno sigue mostrándose activo en la calle y en las obras, como la restauración del Puente de la Mujer

Rodríguez Larreta ganó, se colgó la medalla, pero la grieta con la Coalición Cívica dejó una herida que aún no se analizó las consecuencias que tendrá.

Otros frentes

La transformación no para, dice el nuevo slogan de campaña de la ciudad de Buenos Aires. Y aunque no se trate de una transformación relevante como ocurrió hace cuatro años, en la primera gestión del alcalde en la que se realizaron grandes proyectos (Paseo del Bajo, viaductos, Villa Olímpica, entre otras) la artillería de la obra pública está en la calle. Aunque no siempre cae bien.

En Caballito, un grupo de vecinos le marcó la cancha a la ciudad en el intento de cambiar el uso de la avenida Honorio Pueyrredón, emblemática en el barrio, a partir del monumento al Cid Campeador. Con el aval de la justicia la obra estuvo frenada durante meses, poniendo en ridículo a todo el gobierno local.

El cierre de los carriles sentido norte-sur y en ocho cuadras para convertirlos en un corredor verde dividió al barrio y a las opiniones, con una ley endeble que fue cuestionada cuando la justicia avaló el recurso de amparo vecinal que frenó los trabajos.

El proyecto oficial no tenía el sustento suficiente y debió volver a la Legislatura para reordenar las piezas y darle los avales necesarios para continuar la obra que, finalmente, se reinició hace algunas semanas. También en este caso Rodríguez Larreta debió salir a aclarar cuestiones técnicas que escapaban de su ámbito, una situación que lo incomoda y lo enfrentó a algunos vecinos.

Lo mismo ocurrió con la instalación de las bicisendas en la avenida Del Libertador, la primera calle compartida de la ciudad, que incorporó elementos, sumó actores de la movilidad urbana cambió la dinámica de la traza. Las críticas no tardaron en caerle al proyecto, principalmente por algunas cuestiones específicas como el cruce pac man, en Del Libertador y la avenida Comodoro Martín Rivadavia.

En ambos casos, solo por citar algunos, el alcalde porteño y su equipo debieron salir a defender y aclarar los argumentos de esas intervenciones, situaciones que fueron erosionando una relación con ciertos barrios que ya venían cuestionando las políticas de gobierno. Por ejemplo, en el Bajo Belgrano y en las Lomas de Núñez, en pie de guerra por un cambio de zonificación que podría modificar los permisos de edificación.

Rodríguez Larreta no es el mismo de hace ocho años cuando era el jefe de Gabinete de Mauricio Macri. La calle le puso la piel más dura y resistente y los últimos años terminaron de curtirlo. Pragmático, frio y calculador, parece repeler las críticas y los cuestionamientos. Hasta acá, hasta los últimos episodios que parecieron recortarle poder. O al menos, amenazar el rol todopoderoso que venía mostrando desde que asumió como jefe de gobierno.

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