Después de 27 años, los recuerdos siguen intactos. Esta es la historia de cuatro viajeros que se animaron a volver al centro del dolor, un combate que trasciende el tiempo y el espacio y que vive eternamente en el corazón de quienes atravesaron las entrañas del monstruo llamado Guerra.
Cumplió 20 años en una trinchera, un 9 de mayo cubierto de una garua triste y fría, con sus tres compañeros leyendo una carta que había recibido, donde le decían que le iban a mandar una torta que, por supuesto, nunca llegó.
Hoy, sus días transcurren en paz, rodeado del amor dentro de su hogar en San Martín. Tiene tres hijos, 17,14 años y otro de 8 meses; y una esposa, Fabiana. Lejos del estigma malvinense del veterano olvidado por el Estado que, para sobrevivir, reparte almanaques en el tren, Luis José mantiene un trabajo hace 27 años, es profesor de ciencias sociales hace tres años y hace terapia. Con respecto a cómo logró mantener su trabajo a pesar de la carga histórica dice: “Lo que pasa que a muchos compañeros les quedó como una fobia a la autoridad, yo pude manejarlo”.
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¿Qué fue lo que más te impactó de tu regreso a las islas?
Climáticamente fue un día de esos lloviznosos. Un viento espantoso. Para mí, fue el día más hermoso de Malvinas, porque fue un día como el que teníamos en la guerra. El día más horrible, fue el día más hermoso. Sentía una tranquilidad increíble. Fue mi primer dos de abril tranquilo después de la guerra.
¿De dónde viene esa paz?
No sé, se siente que se cerró algo, pero no se bien qué.
¿Cuál fue el recuerdo que nunca te abandonó en estos 27 años?
La vista desde mi posición. Estaba al costado de Puerto Argentino, cerca del pueblo y tenía que cuidar una entrada del mar, para que no pase nadie por ahí. Cuando volví, fue lo primero que fui a buscar, pero estaba muy crecida la ciudad. En el '82, la ciudad tenía 4 o 5 cuadras y ahora tiene 12 de ancho y 50 manzanas contra el mar. Se triplicó.
¿Como los miraban los Kelpers?
Con recelo. Lo que pasó es que fue un grupo muy particular. Fuimos varios veteranos, 20, se sentían medios invadidos. El miedo era mutuo. Finalmente terminamos interactuando con los chilenos, hay una colonia muy grande, trabajan ahí, son como los sudacas en Europa, hacen los trabajos que los kelpers no quieren hacer. Estuvimos en un hotel humilde. Hasta los mismos chilenos nos miraban mal, pero al final, fútbol mediante, terminamos compartiendo. Estuvimos una semana, que es lo que autoriza el gobierno kelper.
¿Sentías odio?
No, estaba en paz. Es que siempre me juré que quería volver. Este año murieron dos compañeros y yo decía: quiero volver antes que me lleve la parca. Yo quería volver desde hace tiempo, estar en los lugares que pisé en esa época.
¿Para que sirvió está guerra?
Una cosa es contestar esa pregunta a los 20 años y otra ahora. Son dos cosas diferentes. Para la primera, estaba orgulloso de participar, de defender a la patria. Estaba convencido de hacer el bien. Con el tiempo me di cuenta que no fue bien organizada. Pero me duele mucho cuando dicen que fue una guerra inútil.
¿Crees que Galtieri creía en lo que hacía?
Se subió al "llobaca" creyendo que él la podía hacer toda. Que EE.UU iba a quedarse neutral. Es más fácil opinar después. Gran Bretaña tenía un quilombo grande y quería justificar la flota.
¿O justificar una base que la OTAN necesitaba en el punto más austral del hemisferio?
Estuve en varias conferencias y en una me explicaron que Tacher, antes del 2 de abril, ya estaba preparada con armamento nuevo para la guerra. Pero eso no importa. Lo que importa es haber puesto todo de mí, mientras la patria lo precisó. Hoy soy profesor de ciencias sociales en la escuela secundaria. Surgió después de Malvinas, daba charlas en los colegios y me di cuenta que me gustaba hablar, me anoté en el profesorado y me recibí hace un años. Ahora los pibes no están dispuestos a dar la vida por la patria. Ese orgullo que yo siento no me lo entienden. Los pibes me dicen: “Pero si no te daban nada, ¿para qué lo hacías?”.
¿La patria murió?
Para mi no, un ejemplo: ¿Te acordás como cantaba Maradona el himno, ahora los pibes no lo sienten. La globalización y el neoliberalismo destruyeron todo.
¿Y los militares argentinos, no?
Son lo mismo que los políticos, los educadores, etc., son argentinos y como en todo hay buenos y malos y hay algunos que se portaron mal.
¿Es cierto que los Kelpers les pagan a los alcohólicos para que no se dejen ver?
Tienen un seguimiento de alcohólicos. Cuando estábamos en el hotel, que por cierto era el más barato de la isla, había dos o tres kelpers jovencitos, borrachos, a los que les daban 15 libras por día, o sea 75 pesos, para que estén ahí adentro y no deambulen. Les pagan para que escabien, tienen que estar todo el día ahí. Los obligan a que estén limpios y afeitados, los tenian ahí guardados.
¿Es fácil volverse un alcohólico en las Malvinas?
La isla da ganas. Es muy difícil, no tenés nada que hacer. Cenaban a las 5 de la tarde y hasta las 11 de la noche se te hacía eterno. Había dos pubs, pero estaban prohibidos para nosotros. Por miedo a las peleas. Entonces nosotros nos quedábamos en el hotel.