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24CON visitó el hospital Paroissien, símbolo de una salud en terapia intensiva

Baños rotos, humedad y desidia en el hospital de La Matanza. Los médicos que quedan piden ayuda: "Mientras construyen nuevos centros, se nos caen a pedazos los que tenemos".
Miércoles, 22 de septiembre de 2010 a las 19:12

De lejos, parece un edificio abandonado. Por dentro, pocos lugares hacen pensar que no lo es. Recorrer los pasillos del Hospital Paroissien de Isidro Casanova produce por momentos la extraña sensación de estar caminando a lo largo de una cárcel. No sólo – y no principalmente – por las puertas de rejas que cierran y separan cada sector, sino más bien por todo lo demás: señales de un deterioro que, a modo de lamentable ejemplo, ilustran a la perfección lo que ocurre con el área de Salud en todo el Conurbano.


Ya desde la entrada, los pacientes son recibidos entre enormes manchas de humedad, paredes con el revoque al descubierto y cables sueltos que cuelgan de los techos. “Esto no es nada, ya nos acostumbramos y, por desgracia, nos parece normal. Hace tiempo, llegamos a encontrar cucarachas. Los médicos nos quejamos de tal forma, que se ocuparon del problema”, cuenta a 24CON Reynaldo Saccone, presidente de la Asociación de Profesionales del hospital, ubicado en el Kilómetro 21 de la Ruta 3.


A mediados de año, autoridades de Provincia y Nación anunciaron la llegada de cuatro nuevos hospitales en Ituzaingó, Esteban Echeverría, Escobar y General Rodríguez, donde sería reemplazado el que funciona hasta el momento, que tiene más de 100 años de antigüedad. A estos se suman otros tres en La Matanza: Rafael Castillo, Laferrere y el Materno Infantil de Ciudad Evita. Pero la sentencia de los médicos bonaerenses sobre estas obras fue unánime: mientras se sigue construyendo, se calcula que son 77 los centros de salud de la región que no funcionan como corresponde.


Entre ellos se encuentra el Paroissien, principal centro de derivación matancero, del que dependen cerca  de un millón de personas.  “Vivimos en colapso desde hace aproximadamente 15 años. Los funcionarios dicen que estamos mejor que antes, porque cada tanto se van tapando algunos agujeros, pero el problema nunca se soluciona del todo”, dice Saccone.


Justo cuando el olfato se va adaptando al olor a humedad, la llegada a la zona de los baños trae un nuevo y desagradable “aroma”, proveniente de los inodoros rajados y el agua sucia que pierde de los caños.  “A veces andan y a veces no, y hace años que nada de esto se pinta”, asegura el médico.


El recorrido sigue por afuera de los consultorios externos, donde un grupo de jóvenes duerme una siesta en los bancos del área de espera, cansados de esperar a que los llamen. Más allá del estado de las instalaciones, el problema más urgente que atraviesan en el nosocomio es la falta de personal. “Se necesita en lo inmediato de profesionales, porque a medida que se jubilan no se hace automáticamente el reemplazo, como correspondería. Si esto sigue, en  vacaciones se va a ver muy afectada la capacidad de atención”, anticipa.


Cantidad o calidad


Por ser el distrito más poblado del Conurbano, La Matanza es uno de los que más sufre el déficit en Salud. Sin ir más lejos, el Policlínico de San Justo tiene un ala clausurada hace dos años por refacciones, mientras que en el hospital del Kilómetro 32 de González Catán, conocido también como “Simplemente Evita”, faltan médicos de todas las especialidades y no cuentan con servicios de guardia ni pediatría. 

 

“Nadie puede oponerse a que haya nuevos hospitales, pero si los van a hacer como el del Kilómetro 32, van a tirar la plata. Lo abrieron hace 10 años, pero todavía no lo pudieron equipar, y hoy tiene muy baja complejidad”, señala Saccone.


Ricardo Schiro, secretario general de la Asociación de Profesionales del Simplemente Evita, agrega que esto se agrava porque “el deterioro paulatino de la salud a nivel municipal hace que cada vez más gente venga para acá”. 


“Para que se abran hospitales nuevos, primero tiene que haber una política seria de atención primaria. Se trata de que los hospitales funcionen. En  cambio, acá se hacen las cosas al revés: se construye con especulación financiera, con plata de créditos que después hay que pagar, y mientras tanto se están yendo por el piso las salas que existen”, advierte.


La situación social y económica de los vecinos matanceros también los hace necesitar de una mejor atención médica. En el Paroissien, las enfermedades más comunes están relacionadas con infecciones, hipertensión y diabetes, pero también se destacan las afecciones pulmonares, que “tienen que ver con el ambiente en que viven las familias humildes de la zona y las condiciones precarias de sus casas”.


Amenaza de cierre


El pobre mantenimiento de las paredes y techos del hospital de Casanova contrasta con la limpieza de los pisos. A medida que uno se acerca a las áreas de ginecología y obstetricia, la situación va mejorando. Éstas, junto con los consultorios de odontología - que tienen nuevos equipos -, son las partes mejor conservadas. “Se compraron algunos aparatos, pero la instalación eléctrica no fue renovada y no tenemos resonador”, aclara Saccone.


No es casualidad que los recién nacidos reciban un tratamiento especial. En los últimos meses, el Paroissien aumentó el número de partos atendidos, a causa del deterioro de los centros de salud municipales que se especializan en el rubro materno-infantil. Prueba de esto da el hospital Teresa Germani de Laferrere, cuyos médicos están juntando firmas entre los vecinos para evitar lo que hoy parece ser un inminente cierre por falta de personal. 


Gabriela Corvo, delegada del Germani, explicó a 24CON: “No nos reponen gente hace más de dos años y eso repercutió en la cantidad y la calidad del servicio. Las autoridades del Municipio dicen que no quieren que cerremos, pero no nos dan soluciones ni respuestas”. Como consecuencia, este centro “pasó de atender el 60 por ciento de los nacimientos de La Matanza a asistir sólo entre 50 y 60 partos por mes”. 


El servicio de maternidad no sólo es clave en La Matanza. Es conocido el caso de Quilmes, donde Francisco “Barba” Guitérrez vetó la emergencia sanitaria que el Concejo Deliberante había declarado para todo el distrito. El alerta lo había disparado, justamente, la situación en el Hospital Materno Infantil Eduardo Oller, conocido como el Municipal de Solano, donde falleció un recién nacido a causa de una aparente mala praxis. Actualmente, la atención es cada vez peor y el edificio se cae a pedazos (ver "El hospital Solano sin gas, médicos ni quirófanos").


Ya sea por inoperancia o falta de presupuesto, las fallas de la atención sanitaria a nivel comunal se repiten. Hasta que se inaugure el hospital provincial de Echeverría, este distrito sigue contando sólo con un centro de salud, que mantiene el Municipio, al igual que San Miguel. Pero, a la inversa, son muchos más los partidos que no cuentan con salud propia y sólo tienen instituciones financiadas por la Provincia: Almirante Brown, Berazategui, Escobar, Ezeiza, Hurlingham, José C. Paz, Lanús, Moreno, Presidente Perón, Tres de Febrero y La Plata, que a pesar de tener 16 centros de salud, ninguno pertenece al Municipio. 


Antes de salir del Paroissien, es obligado el paso por la guardia, que, por la hora, ya no está tan llena como a la mañana.  Afuera, con su fachada negra por la humedad y sus vidrios rotos, este ala recuerda a cualquiera de las fábricas en ruinas que plagan el Conurbano. Lo lamentable es que, por lo visto, muchos hospitales pueden terminar corriendo la misma suerte que estas moles de cemento. 

 

 

 

 

 

 

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