Los imputados son Néstor Luque y Débora Acuña, acusados de homicidio doblemente calificado por "criminis causa" y por tratarse la víctima de un miembro de una fuerza de seguridad, ambos podrían ser condenados a prisión perpetua. Un procedimiento que no demuestra fisuras por el crimen de un policía respetado y reivindicado por todos sus vecinos.
Pero el sistema judicial bonaerense no siempre es sinónimo de celeridad y eficiencia. Por el contrario, no resulta dificultoso encontrar en los tribunales provinciales expedientes a los que toca en suerte un tratamiento diametralmente opuesto a la causa Garrido, pese a que la Justicia sea la misma para todos.
“Lo primero que siento es mucho dolor, pero también pienso que ojalá la Justicia pueda actuar en todos los casos como lo hizo con la causa del oficial Garrido”. Así, la Madre del Dolor Elsa Gómez, exterioriza sentimientos encontrados con una historia diferente a cuesta por los pasillos de los tribunales. Elsa, tuvo que esperar más de siete años y aún siente que el asesinato de su hijo, a manos de un policía bonaerense, sigue de alguna manera impune.
El 2 de febrero de 2001, Daniel Alejandro Sosa de 33 años -hijo de Elsa- fue víctima del gatillo fácil policial. El hecho ocurrió en la entrada de Aldo Bonzi, en La Matanza, cuando Sosa volvía del trabajo a su casa. Durante la larga investigación se comprobó que el suboficial de la bonaerense Ramón Aníbal Olivera había intentado robarle su camioneta y lo ultimó de un tiro en el corazón. El policía intentó modificar la escena del crimen y denunció ser la víctima de un intento de asalto, a manos del joven. Pero existían demasiadas evidencias en su contra. En el hecho quedarían implicados dos de sus hijos, también policías.
Pasaron tres largos y angustiosos años antes que la causa por el asesinato de Daniel llegara a Juicio Oral. Pero pese a las pruebas que lo incriminaban, Olivera llegó a esa instancia en libertad, con uniforme y goce total de sueldo a instancias del juez a cargo. Concurrió a todas las audiencias del debate menos a la más importante, la de la sentencia. El mismo día que lo condenaban a 18 años de prisión, Olivera se dio a la fuga.
“Yo tuve que luchar mucho tiempo para demostrar que un policía de la bonaerense era un corrupto y un asesino amparado por la fuerza” asegura Elsa y agrega: “además sus hijos Roque y David implicados en el crimen siguen trabajando hasta hoy como agentes de la Policía Bonaerense y muestran una foja de servicio intachable”.
Recién cuando fue condenado, Olivera fue apartado de la policía. Permaneció prófugo más de tres años y a fines de 2007 fue detenido en la localidad bonaerense de Bragado. Está en la Unidad Nº 9 pero, pese a todo, la Cámara de Casación Penal aún no confirmó la sentencia.
“Las madres que hemos caminado tantos años por justicia para nuestros hijos y conocemos bien los pasillos de los Tribunales pensamos que ojalá todos tengan el pensamiento y el compromiso que asumieron los fiscales y los jueces del caso Garrido, pero en este país vamos comprobando día a día que hay víctimas de primera y víctimas de segunda” sentenció Gómez.