Desde el inicio, Sandra Reyes, de 34 años, fue la principal sospechosa. La mujer, que era empleada doméstica del descuartizado y una de sus cuatro amantes, fue denunciada a la policía por su propio concubino, quien dijo que Reyes le había confesado el homicidio. Además, trascendió que “tiene problemas psicológicos” y, lo peor, un ex novio que ya había atacado a Fariña un año atrás: le produjo un corte en el hombro y le rebanó una faringe de la mano. Desde entonces, está prófugo.
Y, pese que todas las luces la señalan, Sandra se negó a declarar y, hasta el momento, no confesó el crimen. Ahora bien, ¿puede una mujer de la contextura física de Reyes asesinar y descuartizar con maestría a un hombre robusto?
“Hay mujeres que tienen un desequilibrio de personalidad, un rasgo psicótico, específicamente, histérico y cuando aparece la frustración – es decir, algo que no salió como ellas querían- pueden reaccionar en forma violenta. Pero, si bien los psicóticos poseen más fuerza, tenemos que tener en cuenta la contextura física en este caso para poder determinar quién asesinó y/o descuartizo al abogado”, manifestó el criminólogo Jorge Locles a 24CON.
Además, “es evidente que el hombre fue descuartizado por alguien que sabía lo que hacía porque no es tarea sencilla y fue hecho de una manera muy profesional: el cuchillo grande o hacha que fue utilizado tiene que ser penetrado y desarticular la desarticulación. Los miembros tienen curvas y no lo podés separar pegando un hachazo solamente. Entonces, el que hizo este trabajo puede ser un carnicero, que sepa descuartizar medias reces, o un médico. Las nalgas cortadas en filetes que se encontraron dentro de la heladera es una muestra clara de ello”, agregó el especialista quien desconfía del móvil pasional y se anima a proponer la hipótesis de venganza por “el pago de honorarios”.
“No descarto que sea un problema de celos, pero ¿Cómo se explica que la persona llevó cal, para evitar el olor de la descomposición? Y, aunque el abogado autorizó la entrada, la persona tuvo que llevar consigo el hacha o el cuchillo grande y la cal”.
Por ello, para Locles, en este asesinato participaron “dos o más personas. Generalmente una psicópata, la histeria no razona tanto. Es un acto violento, instantáneo y actúa por reflejo o subconsciente. Asimismo, la psicosis es transitoria, es imposible que, por un ataque de celos, se prepare el escenario con tanta minuciosidad”.
“En su mayoría, los abogados sin experiencia (Fariña ejercía hace 5 años) no saben cómo tratar a los presos. Ellos les prometen que van a quedar libres y los presos cuentan las horas. Creo que, para poder llegar a la solución de este misterio hay que investigar las causas que llevaba y, sobre todo, a qué persona le dieron cadena perpetua. Nunca falta algún familiar que quiera hacer justicia y matar al abogado”, manifestó y subrayó que la única detenida por el crimen “se negó a confesar el crimen. No hay que dejar de lado que quién la denunció fue su concubino, tal vez, motivado por el descubrimiento de la infidelidad”.
Para poder determinar con precisión si Sandra efectivamente mató y descuartizó a su amante y, en ese caso, si lo hizo sola o tuvo cómplices, la autopsia es clave: “el examen minucioso de las partes del cadáver tiene que establecer qué cantidad de tiempo pasó desde que fue asesinado hasta que fue descuartizado. Y, por la forma en que el cuerpo estaba mutilado, la bronca la tenía el descuartizador, no el asesino”.
Por último, Locles manifestó que “lo más sencillo y rápido es decir que fue un crimen pasional y culpar a la mujer detenida del homicidio –el descuartizamiento, una vez muerto, no es delito”. Pero el criminólogo cree que este caso aún tiene tela para cortar.
La causa está a cargo del titular de UFI 13, Oscar Lucero.
10 de agosto de 2009