En las últimas semanas surgieron con fuerza novedades que movieron la modorra local que dispararon a los que siempre esperan tener la oportunidad para lanzar una operación política con rumores sobre la posibilidad de algún cambio en el Ejecutivo municipal.
El regreso de Horacio Alonso como uno de los hombres con diálogo abierto con Curto hizo que desde algún sector orgánico especulara con su inclusión al Ejecutivo. Y, como viene pasando desde que se instaló el debate por las demoras que se observan en la ejecución del sistema de seguridad a través de cámaras urbanas, el hombre a reemplazar sería Daniel Pietrantonio, secretario de Gobierno.
Pietrantonio no ha sabido trazar una relación de confianza con el resto del gabinete y esto lo paga caro. Cada vez que se quiere incluir a un amigo de los secretarios más influyentes en el andamiaje curtista se lo menciona a él como fusible. El nombramiento de Roberto Torres, su antiguo subsecretario, en el área de Seguridad Provincial, pero sin dejar de tener el rol de enlace con la policía de Tres de Febrero por parte del Ejecutivo, lo único que hizo fue acrecentar el padecer del secretario, que ha preferido tomarse unos días de descanso hasta que “todo pase”.
Sin embargo, la posible llegada de Alonso, un antiguo “compadre” de Curto raleado del oficialismo al principio de la gestión, es algo improbable. Sin embargo, junto con su nombramiento también aparecieron otras versiones, como la de reeditar la conspirativa y recaudadora dirección de Coordinación y Enlace, desbaratada hace más de quince años cuando el ex concejal Carlos Tosso, al ver como las inspecciones y denuncias sobre comercios e industrias no avanzaban, la denominó como “poder celestial”.
Ese “poder celestial” hacía que nada avanzase si no hubiera sido previamente “visado” por el director del área, que terminó imputado penalmente y luego sobreseído. Ahora, la especulación sostiene que en los próximos días una persona muy cercana al ex director y que había acompañado a Alonso en sus estrategias de campaña opositoras al curtismo se hiciera cargo de la dirección.
Esta oficina tendría las mismas funciones que la desafectada: ser la intermediaria entre las actuaciones de los inspectores municipales y los tribunales de falta. En esa “intermediación” todas las actas de infracción son previamente observadas y, en algunos casos, detenidos hasta nuevo aviso. Inclusive sirvió para lo que el propio Curto denominó como “municipalidad paralela” habilitara el envío de inspectores amigos para concluir o iniciar los trámites observados.