Cuando la necesidad le gana al miedo

Las demandas de seguridad civil, de claridad hacia el futuro, de trabajo, de un mejor sistema de salud, de diálogo constructivo, de reglas claras, de tener coherencia unieron a muchos argentinos

Por Sergio Doval

La Argentina padece un problema que nadie quiere mencionar: la búsqueda implacable de soluciones mágicas.

Estas provienen de cuestionamientos y explicaciones simplistas -que no significa lo mismo que explicaciones simples-.

"La marcha de hoy fue contra el gobierno". "La marcha fue de la oposición". "Las consignas eran contra la reforma de la Justicia o el manejo de la cuarentena". Esas consignas son tan exactas como las soluciones mágicas de la economía que escuchamos de muchísimos referentes políticos y económicos a través de los años -casi todos han tenido oportunidad de ponerlas en práctica y, después de fracasar, insistir con la idea de que ellos saben cómo solucionar el problema-.

Aunque sea, por una vez, ¿podemos abordar nuestros conflictos con la complejidad que tienen?

Primero pensemos que dentro de los 50 o 60 puntos de imagen positiva que tiene el Presidente -según la consultora o la técnica de relevamiento utilizada-, hay un 35% que tiene imagen negativa de la Vicepresidenta. A su vez, dentro de esa gente que tiene imagen positiva del Presidente, un 50% tiene imagen positiva de Horacio Rodríguez Larreta. Esas personas ¿qué vendrían a ser en los análisis? ¿Esos no salieron a la calle? ¿O sí? ¿Son oposición? ¿Son oficialistas? ¿Son extraterrestres? ¿Aplaudían desde un balcón?

Pensar que esto es grieta es pensar poco. Es demasiado simplista y nos saca la vista de los verdaderos problemas de este país. Esto beneficia a unos pocos, claro.

El descreimiento de la población en la Justicia es casi del 85%. En los empresarios, del 72%. En los sindicalistas, del 78%. La política, desde el inicio de la cuarentena -donde sólo faltaba escuchar la canción "We are the world" en el medio de las declaraciones de la oposición y el oficialismo-, perdió más de 20 puntos de confianza.

Todo eso nos habla de múltiples visiones, múltiples problemas, que no se pueden sintetizar en cuatro fotos de una persona levantando un cartel con algún reclamo que representa a miles que están atrás con la bandera argentina. Ese uno no son los miles de atrás. Esos miles, menos aún, no son una cosa. Menos en esta Argentina de múltiples necesidades postergadas, menos en este mundo cada vez más complejo.

Las necesidades de seguridad civil, claridad hacia el futuro, trabajo, un mejor sistema de salud, diálogo constructivo, reglas claras y tener coherencia unieron a muchos argentinos en contra del miedo por el COVID-19. Eso no significa que aún no le teman, pero, como sabemos, la necesidad tiene cara de hereje.

Quienes sigan interpretando esta marcha como parte de la grieta, o como una expresión uniforme, sólo estarán pensando en la construcción de un polo de poder unívoco que construye soluciones mágicas. No estarán pensando en los argentinos, ni en las distintas realidades que ellos tienen, ni en las distintas problemáticas que ellos quieren que les resuelvan.

Quienes planteen esto piensan poco de los argentinos. Pensarán que esos problemas se pueden resolver como números en la próxima elección o que una persona en el Barrio 31 es representativa de una persona sin recursos en Formosa.

El problema de la marcha de hoy es que no se puede tener un título como la lógica de este país necesita tener. Yo me niego a pensar así. Prefiero trabajar por encontrar los problemas y las posibles soluciones a estos. Como muchos de los que fueron a la marcha hoy, como muchos de los que no fueron. Me niego a estar en un mismo lodo, todos manoseados.

Si a los problemas complejos seguimos abordándolos de manera simplista, lo más probable es que encontremos soluciones simplistas. Claramente, no resultarán efectivas para la mayoría. Ojalá el Gobierno principalmente -porque tiene el poder del Estado-, y todos los sectores políticos, sindicales, empresarios, de seguridad y de la justicia de este país entiendan que deben ponerse a trabajar para todos, en vez de etiquetar ciudadanos que solo están pidiendo que alguien los escuche y trabaje en pos de traer soluciones. Sin soluciones mágicas de por medio. Quien entienda esto, a largo plazo, seguramente será quien gobierne los destinos de todos los argentinos y no sólo de aquellos necesarios para ganar una elección.

El autor es director de Taquion

Fuente: INFOBAE


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