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El prícipe de Mónaco se casó con su "novia fugitiva"

Dieron el sí y se besaron frente al pueblo, después de los rumores de que la ahora princesa había intentado huir a Sudáfrica.
Viernes, 01 de julio de 2011 a las 15:43

Los habitantes del rico principado de Mónaco respiraron aliviados tras el matrimonio civil de Alberto II con Charlene Wittstock, que puso fin a la incertidumbre desatada por rumores de una crisis en la pareja y un supuesto intento de fuga por parte de la novia.

El heredero de una dinastía que reina desde hace más de 700 años y la ex campeona de natación sudafricana se dieron el sí en una breve ceremonia en la Sala del Trono del Palacio de Mónaco.

Vestida con un traje azul cielo que diseñó ella misma, la bella rubia de 33 años recibió el título de Alteza Serenísima princesa de Mónaco, tras su boda civil con Alberto, 20 años mayor que ella y jefe del segundo Estado más pequeño del planeta.

"Los declaro marido y mujer", declaró a la pareja Philippe Narmino, presidente del Consejo de Estado y director de servicios judiciales de Mónaco, que ofició la ceremonia, a la que asistieron las hermanas del príncipe, Carolina y Estefanía y sus hijos, y la familia de Wittstock.

El príncipe y la ahora princesa pusieron su firma bajo el libro de actas de matrimonio y se dieron un brevísimo beso. La ceremonia, que duró escasos 15 minutos, despejó el suspenso que pesaba sobre Mónaco tras la divulgación de la noticia de que, hace unos días, Wittstock estaba decidida a suspender todos los preparativos y tomar un vuelo "sin retorno" rumbo a Sudáfrica, a raíz de "revelaciones" sobre Alberto.

La pareja salió luego al balcón del Palacio, a saludar a varios miles de personas que habían sido invitados a ser testigos del enlace civil y que siguieron la ceremonia en grandes pantallas instaladas en la plaza del Palacio.

El músico Jean Michel Jarre ofrecerá un concierto por la noche, al que se prevé asistirán más de 100.000 espectadores.

La ceremonia religiosa tendrá lugar el sábado a las cinco de la tarde, no en la catedral donde se casaron los padres de Alberto, Raniero y Grace Kelly, sino al aire libre, en el patio de honor del palacio.

En la medianoche del sábado, un espectáculo de fuegos artificiales concluirá los tres días de festejos de este matrimonio del que depende el futuro del pequeño Estado, un paraíso fiscal que atrae a grandes fortunas y celebridades del deporte y la moda.

El principado, que no se salvó de la crisis financiera mundial, espera que la boda de Alberto y la ahora princesa Charlene Grimaldi ayude a reactivar su decaída economía.

 

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