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El día que Perón le "levantó un muerto" a Robin Hood

Jueves, 05 de noviembre de 2009 a las 16:11
Por José Luis Gallego

 


Breve historia del Pimer Festival Cinematografico Internacional (1954)
 
Previo al reinado de la televisión, el cine fue el emperador. Las multitudes sacaban boletos y pagaban en centavos. La humanidad, se rendía ante la ilusión óptica de los 24 cuadritos por segundo. Salas con miles de butacas, hoy, reducto de cruces con guitarras eléctricas y estacionamientos; fueron testigos de un suceso masivo y popular, el Séptimo Arte.
 
Corría el año '54 y Juan Domingo Perón inauguró el Festival Cinematográfico Internacional, para acercar las grandes estrellas del cine al pueblo. La Subsecretaría de información del Estado presentó un festival basándose en el molde de Venecia. El lugar, Mar de Plata. 
 

Entre los recuerdos, queda un libro oficial de presentación del evento, adquirible en la web por $170. Volumen encuadernado en fino cartoné, con letras de cuño en oro, que incluye una panorámica de Gina Lollobrigida en malla enteriza; lo cual para los '50, equivalía a tener a Luciana Salazar con el cerebro de Tato Bores, desnuda e impresa en clishé.

Para descorchar el suceso, el Festival incluyó la presencia del gigante yankee, denostando así la fama de las malas relaciones de Perón con el Imperio. Es historia que por aquel entonces, imperaba un decreto peronista que regulaba la proyección de cine estadounidense en todas las salas del país. Entonces el Estado revirtiendo la situación acordó con Hollywood abrir sin restricciones la puerta, entonces, la meca del cine envió esa majestuosa constelación de estrellas que jamás pudo ser igualada.

 

El propio presidente Perón -en su primera visita a Mar del Plata a bordo del recién inaugurado tren El Marplatense- fue el encargado de recibir a las delegaciones extranjeras, sobresaliendo entre los concurrentes, los actores Edward G. Robinson, Mary Pickford, Joan Fontaine, Claire Trevor, Fred MacMurray, Anne Miller, Walter Pidgeon, Jeannette MacDonald y Errol Flynn.
 
Este año, 2009, Errol Flynn, inmortalizado por su interpretación de "Robind Hood" o, como protagonista de "Murieron con las botas puestas", cumpliría 100 años. El Festival Cinematográfico se celebró entre el 8 y el 14 de marzo. Para ese entonces Errol tenía 45 años y, había pasado de ser el demonio de Tasmania adolescente, al burgués que según Marilyn Monroe, tocaba el piano con el pene en sus fiestas privadas para, finalmente, estrellarse contra el otro lado de la cara del éxito.
 
La noche era acariciada por el otoño, Flynn tomó tres gin tonics en su habitación y bajó al casino. Ya no era El halcón del mar. Mientras el Ballet del Teatro Colón de Buenos Aires presentaba "El lago de los cisnes", Flynn apostó todo a par y salió el cero. Como decía el director Irving Rapper: "Tuvo el mundo entero en la palma de sus manos y no supo aprovecharlo". Flynn tenía el crédito que otorgan los flashes, aún en Sudamérica. Jugó todo a pares y salió el cero y así, sucesivamente.


Ya pasadas las cuatro y, de traje negro, El General se acercó a la ruleta, le puso una mano en el hombro a Errol y le susurró algo al oído. Luego Perón pagó personalmente la deuda de Flynn en la ruleta y pidió a su asistente que acompañaran al actor al cuarto.


Afuera, el océano Atlántico inundaba la inmensidad y, en ese hotel, Robind Hood libraba una batalla con su memoria de la cual, por supuesto, saldría perdiendo, para finalmente no recordar nada de lo sucedido en esa noche de marzo. En ese primer Festival Cinematográfico.

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