"Me encontré con Perón de casualidad, como todo en mi vida. Yo era jinete y por un accidente el caballo se para "de manos" cuando pasábamos frente a la comitiva presidencial.
Yo era jinete de salto, por lo tanto cuando se para de manos me tiro hacia delante y quedó como que yo había hecho un saludo a propósito. Perón hizo parar la comitiva y me mandó a buscar con un oficial. Fui, lo saludé, me hizo una caricia en la cara y me dijo: “Negrito, gracias por el saludo. Que lindo sos negrito” y me fui. Me conmovió verlo al General frente a frente. Yo tenía 19 años.