La lluvia no opacó la fiesta de la fe

Bajaron las ventas de souvenires en San Cayetano

Miles de fieles se acercaron al templo, pero no pasaron por los puestos. "Este día, los vendedores le agregan un plus a los precios", dijeron a 24CON.

Por Leticia Leibelt

 

El olor a “chori” de la parrillita callejera es como un cable a tierra para los congregados, en medio de ese halo de espiritualidad en el que parecen estar flotando. Bendiciones de sacerdotes, cruces, unciones con agua bendita y cientos de fieles persignándose vuelven de golpe al mundo material, al escuchar el grito del asador que reclama: “¡A comer! ¡Hay que gastar la plata! Si no, se la comen las polillas”. 

Es que, este año, los asistentes a la celebración de San Cayetano, en el barrio de Liniers, parecen haber optado por resguardar su bolsillo y no se llevaron tantos “souvenires” religiosos o culinarios de los puestos que, en esta fecha especial, rodean al santuario.

“En comparación con el año pasado, las ventas cayeron en un 50 por ciento. Igual, como los precios aumentaron, la ganancia va a ser la misma. Nosotros seguimos agradeciendo lo que se produce en la zona con toda esta movilización de fe”, comenta a 24CON Liliana, dueña de una santería por cuya puerta pasaba la larguísima fila de católicos que aguardaban para ingresar a la iglesia.

Estatuas del santo de entre 10 y 35 pesos, portarretratos con su foto a 15, espigas a 5 y paquetes de velas a 3 eran algunas de las opciones que, en esta ocasión, muchos fieles decidieron pasar por alto. “Venimos todos los años y, tanto ayer como hoy, vendimos mucho menos que otras veces. Aunque, por lo general, los vendedores le agregan un ‘plus’ al precio de la mercadería durante esta fecha, en comparación con los días 7 de otros meses”, aclara la encargada de un puesto ambulante.

De todas formas, la cantidad de gente que se hizo presente no decayó, a pesar del mal clima y de la lluvia intermitente. Según los comerciantes de la cuadra, lo que sí mermó bastante por las tormentas de estos días fue el “camping” improvisado desde la altura de la cancha de Vélez, con los feligreses que aguardaron tiempo antes por un lugar en la fila.

 

“No hay registros recientes de vísperas de San Cayetano en las que haya llovido tanto. Además, ir y venir de la casa a la carpa, con los diferentes miembros de la familia, implica un costo de movilidad que muchos prefirieron ahorrarse. Por eso, unos pocos acamparon apenas 15 días antes”, explicaron.     


Oraciones, cantos, cruces, estampitas y anécdotas sobre las bondades de rezarle al santo se multiplican entre los creyentes que esperan alineados entre las vallas. “Es una manifestación de fe increíble. Viene mucha gente que no se acerca todos los domingos a la parroquia, pero sí quieren estar acá todos los 7 de agosto. Eso alimenta su fe y su confianza en Dios, y los ayuda a seguir caminando”, asegura el Padre Martín, que llegó al lugar desde la Parroquia Sagrada Eucaristía de Palermo, para dar una mano en la organización.

El principal motivo para hacerle una visita al templo, esta vez, estuvo más que claro. “Todo el mundo viene a agradecer. Los que además piden, lo hacen por lo esencial: el pan de cada día, el trabajo, la salud, la familia y la paz. Valores muy elementales”, señala el sacerdote.

El éxito de esta fiesta anual no sólo se basa en las oraciones escuchadas y las promesas a cumplir, sino también en la esencia solidaria de los fieles que eligen el templo. “Este santuario es de lo más popular del pueblo fiel de Dios. Es gente de mucho trabajo, que viene de paso y que tiene mucha solidaridad. En la mesa del pobre, donde hay cuatro entran cinco. Hace unos años, yo estaba de diácono y llegó, entre las donaciones, medio paquete de harina atado con una gomita. Me imagino que a esa persona era lo único que le quedaba y lo compartió. Esa es la conciencia solidaria de decir ‘tengo poco, pero también lo comparto’”, destaca el cura. 

 

7 de agosto de 2012

 

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