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La quinta de Molina Campos, en el olvido

Lo que era su quinta de fin de semana es hoy un monumento al descuido. Dibujante, escritor, admirador de Beethoven y uno de los primeros en instalarse a la vera del río Reconquista en el barrio de Cascallares.
Viernes, 25 de julio de 2008 a las 18:29
Llegar no es fácil, aún en auto. La calle que desemboca en el boulevard principal del barrio no da una imagen alentadora: abundan casas precarias y familias carenciadas. Casi al final están los campings y las zonas de recreo que dan al río. Y hasta en éste, las aguas amarronadas corren tranquilas, porque si hay algo que abunda en la zona, es la calma.

La mayoría de los habitantes de Moreno no es que sólo no lo sabe, sino que ni siquiera se imagina que el dibujante Molina Campos vivió en una estancia en Cascallares, frente al río Reconquista.

 

Allí permanecía los fines de semana y los vecinos más cercanos aseguran que “adoraba la zona”. Tras su fallecimiento en noviembre de 1959, la casona fue vendida a un particular. Según contó su sobrina Toni a 24CON, la propiedad “la compró una señora que ahora está muy mayor y se está quedando ciega”.

 


Tal vez, esa sea la causa de su abandono, ya que en la quinta se entremezclan construcciones nuevas con paredes que datan de casi más de medio siglo, y todo lo que podría haberse convertido en monumento histórico, se ha transfigurado.

De todas formas, la casa y el paisaje se asemeja a un cuadro. Y no es casualidad que se impregne en el aire un aroma a campo. Porque inevitablemente, se deschavan algunos detalles de sus gauchos campechanos, y sus caricaturas costumbristas.

Una pincelada de su vida

La sobrina de Molina Campos es una mujer que ronda los 80 años. Vive a metros de la ex quinta y en el barrio todos la conocen como Tonita. Su memoria formidable encubre los años que aparenta. Son muchos sus recuerdos: “Al principio, a Cascallares veníamos en carpa con Florencio. No había ni árboles”.
 

 
 
 
 
 
Cuenta que en la repisa de la cocina tiene una foto con el mismísimo Walt Disney, como consecuencia de una producción fotográfica de la legendaria compañía RKO. En aquel entonces, el magnate de los dibujos vino especialmente al país en 1942 para proponerle un proyecto de caricaturas a su tío. Toni se acuerda y comenta que viajó a Estados Unidos y que “el lugar era precioso”. Sin embargo, al poco tiempo Molina Campos renunciaría a la propuesta.

“Él era fanático de Beethoven, ponía bien fuerte la fonola y dibujaba”, también confiesa; y agrega: “Mi tío se inspiraba en los cielos de Moreno para pintar sus cuadros. Decía que no había otros más lindos, y es verdad…”
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