En las últimas horas, los trabajadores despedidos que pasan día y noche en el lugar, denunciaron que patovicas contratados por la empresa ingresaron a la planta para intimidar a los delegados que se encontraban trabajando. Además, personal policial de civil custodia la zona a modo de prevención.
Nicolás Rivero, uno de los empleados despedidos que está encadenado al portón principal, afirmó en diálogo con Tiempo Argentino: “Sabemos que ponemos en riesgo la vida con la huelga de hambre, pero nosotros decidimos poner el cuerpo en esta lucha. Acá nos vamos a quedar hasta que la empresa cumpla la orden de la justicia de reincorporarnos. Además, describió el panorama sombrío que se vive dentro de la fábrica: “Todo el que participa de una asamblea es marcado y tildado de ‘quilombero’. El maltrato y la persecución de la empresa es permanente, por eso son reiterados los tratamientos psicológicos y psiquiátricos de los compañeros. Yo tuve tres intentos de suicidio”, denunció Rivero.
El conflicto se inició en septiembre de 2004 cuando 119 trabajadores, entre ellos la totalidad de los delegados del taller, fueron despedidos de la planta ubicada en Nueva Pompeya, donde se imprime, entre otras publicaciones, la guía telefónica y toda la folletería que llega a los principales supermercados del país. El Grupo Clarín judicializó el conflicto y hace seis años que desconoce dos fallos de la justicia que ordena la reincorporación de los trabajadores.
Artes Gráficas Rioplatenses es la segunda planta gráfica más importante del Grupo Clarín, según Rivero. El reclamo es acompañado por militantes del Movimiento Evita, que se congregaron en los alrededores de la planta para apoyar a los trabajadores que demandan su reincorporación.
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