Un kiosco en San Martín fue el escenario de una impactante balacera que tuvo por víctimas a un papá y su hija.
Era una noche de festejo ya que a las 12 sería el cumpleaños del propietario. Sin embargo, aparecieron dos motochorros en la vereda. El padre les entregó la llave de su propia moto para que se vayan.
Sin embargo, los delincuentes, dispuestos a todo, quisieron meterse en el comercio. “Pensé que si iban a disparar, mejor que me tiren a mí. Cerré rápido la puerta, ella me ayudó y ahí arrancaron a disparar”, detalló.
“Ella se paró para empujar la puerta y evitar que entren y ahí le dispararon. Cuando escuché el disparo solté la puerta y la abracé para evitar que le dé una bala. Rápidamente empezó a llorar diciendo ‘mi mano, mi mano’. Le hice un torniquete con un trapo, llamé a mi hermano porque estaba desesperado y un vecino nos llevó al hospital”, relató con dolor.
El estado de salud de la víctima baleada
Hoy, la menor está en su casa recuperándose: “Está durmiendo en el living porque no quiere estar sola en su cuarto. Está cansada, con dolores y calmantes. Hoy cuando el médico le limpió la mano lloraba y lloraba. Le falta una parte del dedo, tiene la mano cosida. Es algo nuevo para ella, para mí y para todos. Es algo que jamás imaginamos”.
“Hoy se vio la mano y empezó a gritar ‘mirá, mirá mi mano. Nadie me va a querer así, nadie’. Vamos a hacer lo que sea necesario para que esté normal. Lo importante es que vivimos, estamos bien”, reflexionó Raúl sobre el estado anímico de su hija, y cerró con una importante aseveración: “Estos delincuentes tiraron a matar. No tiraron al aire para asustar. La vieron cuando se levantó y apuntó para matarla”.