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Los "trapitos" no sólo rayan autos, también patotean

En la Ciudad intentan arrestarlos y en San Isidro planean controlarlos. "Son una mafia organizada y se manejan como una hinchada de fútbol", expresaron a 24CON. ¿Cómo operan en el Conurbano?
Martes, 06 de octubre de 2009 a las 18:07

Era de madrugada. El último fin de semana de septiembre daba paso a un domingo que estaba por amanecer y un sábado por la noche que se consumaba. Sebastián Abadie y Juan Patricio Glitz, dos rugbiers del Club San Fernando, salían del complejo Perú Beach, ubicado frente a la zona costera del partido de San Isidro. En la entrada del lugar se toparon con un grupo de chicos que le pidió $10 por haber cuidado su auto. Se resistieron, se enfrentaron a golpes y recibieron un tiro. Uno de ellos quedó herido en la pierna y debieron hospitalizarlo. Al otro la bala le rebotó en un dedo. Dos de los tres chicos agresores eran menores de edad, y fueron liberados.

“Los que balearon a los jugadores no fueron los mismos pibes que están siempre cuidando acá. Nunca tuve ningún problema con ellos”, contó a 24CON una mujer que atiende uno de los locales del lugar. “De noche es otra cosa, más los sábados”, dijo otra de las empleadas, y agregó que la cuadra se puebla de vehículos y que al sitio concurren, sobre todo, personas con alto poder adquisitivo.

El lunes por la noche, una situación similar aunque de menor envergadura sucedió en el barrio porteño de Palermo, cuando un hombre fue agredido por dos jóvenes, también menores, luego de que se negara a pagar $20 por haber estacionado su auto cerca de un restaurant a donde iba a cenar. Cuando la policía llegó, lógicamente, los agresores habían desaparecido.

A raíz de estos hechos y de otros casi replicados de los anteriores, se puso en boca de todos la popularmente llamada “mafia de los trapitos”, o mejor dicho, de los cuidacoches. Si bien cobrar dinero por cuidar autos no está considerado un delito, sí lo es extorsionar a alguien para que pague, pero un hecho de estas características es muy difícil de probar, más que nada por la falta de testigos. A pesar de que la problemática, por ejemplo, esté enmarcada dentro del Código Contravencional de la Ciudad, en su artículo 79, que establece: “Quien exige retribución por el estacionamiento o cuidado de vehículos en la vía pública sin autorización legal es merecedor de sanción o multa”, y hasta uno o dos días de prisión.

Javier Miglino, abogado constitucionalista y titular de la organización Defendamos Buenos Aires (www.defendamosbuenosaires.blogspot), expresó a este diario que la situación en la Ciudad es preocupante. “Son asociaciones ilícitas, mafias y están perfectamente organizados. En la mayoría de los casos, una vez que cobraron toda la cuadra, desaparecen”, reconoció.

“Si no le das plata te rayan el auto”, es el pensamiento generalizado de la mayoría de los que se enfrentan a este tipo de trabajadores irregulares. La problemática no es nueva. “Siempre hubo amenazas, amedrentamiento y coches rayados. El problema que se acontece en la actualidad es la irrupción de la violencia. Por ejemplo en Palermo y Belgrano (las zonas más afectadas) ha surgido una banda de 10 o 15 muchachos que se manejan como una hinchada de fútbol. Vienen a cobrar en grupo”, agregó Miglino.

¿Cómo controlarlos?

En el caso puntual de San Isidro, el enfrentamiento con los rugbiers provocó la preocupación de las autoridades. En diálogo con 24CON, el concejal y jefe del bloque oficialista, Carlos Castellano, reconoció que los cuidacoches “son una problemática que exceden la norma. Generan prejuicios pero lo cierto es que no cometen delitos”.

“Es muy complejo, pero la idea es analizar un marco regulatorio, es decir, enmarcarlos dentro de alguna figura jurídica sin generarle una responsabilidad extra al Municipio, porque si éste lo habilita para trabajar en la calle y llega a ocurrir un hecho como el que pasó (en Perú Beach), van a hacer responsable al Ejecutivo que les concedió la habilitación. Por eso no es fácil”, agregó.

En cuanto a la Ciudad de Buenos Aires, luego del incidente sucedido ayer por la noche, los ánimos se caldearon por demás y la organización de Miglito lanzó una campaña para juntar 4.000 firmas (las necesarias según la Ley), con el fin de modificar el artículo 149 bis del Código Penal y aumentar de 2 a 10 días el tiempo de prisión por el delito de coacción, es decir, cuando alguien obliga a otro a hacer algo en contra de su voluntad.

Asimismo, exigen que si el cuidacoche es visto in fraganti, sea detenido de inmediato por el personal policial, “para agilizar el procedimiento de identificación del sujeto y averiguación de antecedentes”, según el letrado.

Sacando los trapitos al sol


La titular del foro de seguridad de Castelar Norte, Alicia Angiono, expresó a este diario que si bien nunca recibió una denuncia de algún vecino, le llegaron comentarios de que varios menores de edad trabajan de noche, por monedas, y vigilados por adultos. “Intenté comenzar una iniciativa al respecto pero en cuestiones de minoridad no prosperó y siempre queda todo en la nada”, señaló. 

En el Conurbano y en la Ciudad de Buenos Aires son considerables las zonas en donde operan los “trapitos”. Sobre todo en las cercanías de los complejos bailables, sobre avenidas que aglomeren bares y restaurantes y en los alrededores de los estadios de fútbol. Allí, por cuadras, los cuidacoches “ganan” su espacio y delimitan geográficamente su lugar de trabajo.

Por eso cada uno impone sus técnicas y sus precios. Como en los alrededores de la calle Santa Rosa -que divide al municipio de Ituzaingó y al de Morón-, en donde los fines de semana el dueño del auto estacionado puede pagar sus “servicios” a voluntad o, dependiendo el cuidador, $5 por toda la noche. De igual forma ocurre en las calles aledañas a la Avenida Gaona, en la localidad matancera de Ramos Mejía, o en la zona sur, como en Quilmes, Avellaneda o Lomas de Zamora, en donde las franelas, las gorritas y las pecheras naranjas son parte del paisaje de la noche, y el miedo de los automovilistas. 

06 de octubre de 2009

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