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Salta, más allá de los negocios

Elegida por su excelente infraestructura para llevar a cabo reuniones de trabajo, congresos, convenciones y viajes motivacionales, la capital salteña derrocha propuestas y lugares para conocer después del deber cumplido. A continuación, los imperdibles de “La linda”.
Lunes, 12 de enero de 2009 a las 14:05
Levantada en 1582 al pie de los cerros 20 de Febrero y San Bernardo, esta capital sorprende por su amplio patrimonio arquitectónico –que incluye importantes dosis de estilo colonial, neogótico, italianizante y jesuítico barroco- y por su exuberante vegetación. El resultado: una ciudad plena de color, aromas y sabores, que vibra con música propia.

Ni bien el viajero tenga un espacio libre en su agenda laboral, lo primero que deberá iniciar es un recorrido por el casco urbano. Imposible no detenerse a contemplar los múltiples detalles que ofrece la plaza principal, llamada 9 de Julio. Las manzanas que la rodean tienen veredas muy anchas y los bares, con mesas al aire libre, se suceden en cadena. Sentado en cualquier mesa es factible aprecia la fragancia de los naranjos y de los palos borrachos en flor, proveniente del pulmón verde.

A ambos lados de la plaza, la estampa de la Iglesia Catedral de un lado y del Cabildo Histórico sobre el opuesto le arrancará la promesa de visitar los dos sitios. Una buena idea es iniciar un recorrido por las principales iglesias de Salta, comenzando por la primordial.



Pintada de color rosa y crema, de estilo renacentista italianizante con elementos neo-barrocos, este templo guarda en su interior tesoros invaluables. El altar mayor, completamente decorado en oro de 22 quilates, representa un gran sol. Como custodiándolo, las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro completan esta verdadera obra de arte.

La iglesia Nuestra Señora de la Merced, de estilo gótico, la de San Francisco, muy ecléctica, el Convento de San Bernardo con su respectiva ermita y la de La Viña, declarada monumento histórico nacional en 1982, no sólo dan cuenta de la importancia que tiene la religión por esas geografías sino que ayudan a contar la historia. Lo más aconsejable es realizar una visita guiada por estos puntos.

Otro sitio estratégico es el Cerro San Bernardo. Para conocerlo es necesario contar con un par de horas. Hasta allí se puede llagar siguiendo un Vía Crucis de unos 10 kilómetros, en auto –subiendo hasta la cima a 1.454 m.s.n.m.- o utilizando el telesférico desde el Parque San Martín. La cumbre resguarda un Cristo Redentor y una cruz, aunque lo más impactante es la vista panorámica que brinda de la ciudad y del Valle de Lerma.

Shokeante y de gran relevancia, el Museo Arquitectónico de Alta Montaña, ubicado en la calle Bartolomé Mitre, frente a la Plaza 9 de Julio, exhibe uno de los descubrimientos más importantes de los últimos años: “los Niños de Llullaillao”. Este grupo de 3 infantes encontrados en la cima del Volcán que les da el nombre hicieron posible conocer aun más sobre la forma de vida del Imperio Inca, 500 años atrás, y su relación con la muerte y la vida. El lugar abre de martes a domingos, de 9 a 13 y de 16 a 21 horas.

Una excelente opción para recorrer la ciudad de punta a punta y armando diferentes itinerarios, según la disponibilidad del viajero, es el Bus Turístico Salta. De este transporte se puede subir y bajar todas las veces que el visitante quiera. Algunas de las paradas son: Estación Balcarce, Batalla de Salta, Palacio Legislativo, Catedral, Convento, Monumento a Güemes, Virrey, Portezuelo, Parque San Martín, La Viña, Paseo de los Poetas, Mercado Artesanal y Cabildo.
 
Y, por supuesto, nadie puede abandonar Salta sin haber probado las famosas empanadas salteñas y sin degustar el vino torrontés, dos de sus tesoros más preciados.
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