Cuántos meses de verano, en cada piscina, en cualquier río o playa en la que se veraneaba, hemos sido engañados bajo el falso mito de esperar a "hacer la digestión" antes de bañarnos. Resulta que el corte de digestión realmente se trata de un cambio de temperatura y no tiene que ver tanto con la comida, como muchos piensan todavía.
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Y es que después de haber engullido toda esa heladerita térmica que los padres obligaban a comer, no se debía esperar necesariamente dos horas (o tres, cuatro, dependiendo del de cada familia) antes de darse el chapuzón.
Si nos paramos a pensar, esos minutos de espera, que se intentaban amenizar construyendo castillos de arena bajo la sombrilla, son minutos perdidos. En realidad podrías haber estado haciendo el pino bajo el agua, o jugando a Baywatch con tu vecina (que sabemos que era una excusa para hacerte el héroe) sin que ninguna desgracia hubiera acontecido. Porque resulta que el famoso corte de digestión es una cuestión térmica que nada tiene que ver con el proceso de transformación de los alimentos en tu cuerpo.
Científicamente, el popular corte de digestión es denominado hidrocución y es la consecuencia de un cambio brusco de temperatura de la piel con el contacto del agua fría. Por lo tanto, no se debe exactamente a la ingesta de comida en el momento previo a entrar al agua.
Por eso conviene entrar al agua poco a poco, mojando el cuerpo con paciencia y paulatinamente: los brazos, la nuca, las piernas, el ombligo... Seguro que habrás visto a más de una persona mayor (sabios por naturaleza) realizando este ritual antes de bañarse.
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29 de julio de 2014