"Cuando escuché la palabra absolución no pude reaccionar. El Dr. (Roberto) Ribas me dijo que se llama 'efecto casino', como la persona que gana y no tiene reacción, por lo menos yo lo interpreté así. Igualmente, después lo ví por televisión. Me preguntan si festejé, pero realmente no. Sí estoy tranquila, sabía que todo iba a salir así, pero bueno, había que esperar, y fue una espera muy larga", dijo Michelini a El Diario de Pilar.
La masajista, a diferencia de los parientes de María Marta, cultivó el bajo perfil: "Fue una decisión personal, yo soy cero mediática, de bajo perfil. Donde tenía que responder era ante la Justicia, no tenía que responder ante nada ni nadie más".
Sin embargo los medios la buscaron y Michelini contó que debió "saltar el tapial de la casa de una vecina" para poder evitar a los periodistas. Además, dijo que, durante el proceso, se apoyó en su "esposo que falleció hace tres años y medio, sus hijos, la familia y los amigos" y reveló que tuvo "temor" de ser condenada al igual que Juan Hurtig, Horacio García Belsunce, Guillermo Bártoli, Sergio Binello y Juan Gauvry Gordon.
En ese sentido manifestó: "Lo que pasa es que me querían meter a mí dentro de esas voces (en referencia a la pericia de la llamada al servicio de emergencias) y una tiene ese temor. Yo sé lo que hice, pero había que esperar que el magistrado realmente entendiera que fue así. Después los peritos descartaron que fuera yo, pero con la insistencia de ellos (en referencia a la familia), siendo tan mediáticos."
"No tuve más contacto con la familia desde que se supo que no fue un accidente, sino un asesinato. Yo traté mantener mi vivencia, cada uno es dueño de sus actos", dijo sobre los hombres que fueron condenados.
En tanto, contó que "María Marta era una persona muy buena, yo hacía dos años y medio que la atendía. Iba, le hacía masajes y me volvía, pero no me quedaba haciendo sociales.
Por otro lado, dijo que el caso "me afectó mucho, por eso me guardé tanto en mi casa. Desde este último período, hace dos meses que no salgo más que al almacén, a alguna reunión íntima". Lo que tuvo que pasar "fue un horror. Fueron neuve años de tortura. De a poco una va sacando piedra por piedra de su mochila, y cada vez pesa menos", aseguró. "Antes escuchaba nombrar al caso García Belsunce y lloraba, me escondía. Ahora ya lo hablo, va pasando. Es una herida que deja una cicatriz, pero se va cerrando", agregó.
"Espero que realmente esto me sirva para el día de mañana decir “hasta aquí puedo hacer, más no”. Fue un error, un error que no voy a volver a cometer", finalizó.