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Mitos. Aquellos que se cuentan en las calles, en reuniones y en convites. Los que mantienen los frágiles estandartes de una sociedad que vive una idílica utopía. Son cientos. Hasta miles quizá. Los más añejos pecan de senilidad; los más nuevos, gozan de la inmunidad de la inocencia. Abel Basti conoció la crudeza de ambos y comprobó que todos eran ciertos. Al menos así fue su incursión con el escape nazi a las tierras del sur. La olvidada Patagonia; la Bavaria del mate y el dulce de leche. La estancia del Tercer Reich en Argentina.
Basti nació en Olivos. Pero la quinta presidencial no iba a verlo crecer. Hoy, más allá del paralelo º33, el periodista que supo ser corresponsal de Ambito Financiero y DyN, tiene la autoridad para afirmar que “el escape nazi a nuestro país se trató de un plan muy grande que era la evacuación total del tercer Reich de Europa”. ¿Y cómo logró comprobarlo? Fácil, con casi 20 años de investigación en el tema.
Entrevistar a Erich Priebke, un militar nazi que fue extraditado de Argentina a comienzos de los ’90, le cambió la vida para siempre. Esa nota se convertiría en su pasaporte a la verdad. A su verdad, al menos. Persiguió todas las pistas posibles que hablaban de un supuesto desembarco alemán que comenzó, inclusive, mucho tiempo antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial. “Ellos sabían que perdían desde el ’44 y allí nació el escape”.
Ese arribo, “comprobado por documentación desclasificada del FBI y cientos de testimonios”, no sólo traería tecnologías y divisas provenientes del viejo mundo a nuestro país, también incluía, según afirma el periodista, a un personaje muy especial. “Hitler vino en submarino a la Argentina en 1945. Desembarcó en el sur por las desoladas playas, la baja densidad poblacional y la similitud con Bavaria”. Situación ambigua, porque según él, “había un acuerdo militar con Estados Unidos. Ellos sabían el plan y dieron luz verde”.
Con todo el material, Basti publicó dos libros: “Bariloche Nazi” y “Hitler en Argentina” (librerías del grupo Distal), y está trabajando en el próximo: “Destino Patagonia”. “Desde que decido publicar un libro con ese nombre –referido al segundo- esto deja de ser una leyenda para mí y se convierte en una realidad demostrable con documentación y testimonios directos”, recalca el autor, y destaca que “es mayor la cantidad de material que pude encontrar de su presunto escape y estadía en Argentina que de su muerte en Alemania”.
¿Cómo comienza el plan?
El relevamiento del suelo nacional proveyó a la comandancia del Reich de lugares estratégicos para el atracamiento de barcos, posteriores ingresos de submarinos y posibles parajes para estaciones de aprovisionamiento. Desde Puerto Madryn hasta Río Negro, Basti destaca que los nazis se “pasearon” por todo el territorio sin ningún tipo de problema. Sobre todo en Córdoba y en Bariloche. Incluso cuenta curiosas historias de personas que dicen haber estado junto a Hitler en varias ocasiones. “Algunos lo describen como un tipo melancólico que se pasaba horas mirando el mar, como extrañando”.
La residencia de Ante Pavelic, el ex mandatario de la Croacia totalitaria de 1941, en Argentina, confirma aún más las hipótesis del periodista. “Pavelic huyó hasta Italia y de allí –tras haber alcanzado una acuerdo con Perón- pudo ingresar al Río de la Plata”. El gobierno yugoslavo, luego, pidió la extradición en 1951.
El acuerdo entre Hitler y Perón
De la misma forma que su par Pavelic, el máximo jerarca de las tropas nacionalsocialistas alemanas, Adolf Hitler, “concretó un acuerdo con Perón para desembarcar en las costas argentinas”. El presidente, de quién se sospecha un negociado nazi desde hace varios años apoyado con una investigación muy profunda realizada por Uki Goñi sobre los permisos y pasaportes presuntamente otorgados a los exiliados nazis del gobierno argentino, “no los recibe en forma individual e independiente, sino que lo puede hacer porque había un paraguas y un Ok de las fuerzas militares norteamericanas dentro de un esquema de reciclaje de los hombres, nazis en particular, en la lucha contra el comunismo”.
De esta forma, el investigador justifica el traslado de los convoy alemanes en pleno conflicto internacional: “A esa altura de 1945, una flota de submarinos jamás podría haber cruzado el Atlántico sin ser detectados”.
¿Dónde murió Hitler?
La gran duda. Un de las mayores incógnitas de la historia no oficial. Lo que “se dice” desde años, presuntamente lo sabe él. Y no se guarda nada, va contra todos los pronósticos porque: “Tengo pruebas que lo demuestran, Hitler murió en Argentina a los 66 años en los años ‘50”. Y la realidad no deja de sorprender, “es fácil, el secretario de Gobbels, el ministro de propaganda, todavía vive en Buenos Aires y edita libros. Es más, el último de ellos lo venden en la librería que está al lado de la Cancillería”.
FOTOS: www.barilochenazi.com.ar