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Picadas trágicas, otra vez en el centro de la escena

En Gerli, un auto embistió a un motociclista que está grave. Fue cerca de donde un vehículo atropelló a una niña de dos años la semana pasada. ¿Cuáles son los lugares que eligen y los motivos que llevan a la fatalidad?
Miércoles, 25 de febrero de 2009 a las 14:09
Cinco días después de que un auto atropellara a una nena de dos años que perdió la vida, en la misma zona del sur del Conurbano, una picada pudo transformarse en la nota trágica del día. A pocas cuadras del lugar donde Bianca perdió la vida, un Fiat 147 llevó por delante a un motociclista que quedó en grave estado. Fue en Gerli, y simplemente la casualidad no lo hizo más notorio. En Mar del Plata también hubo una víctima por una picada, pero mortal.

Las picadas ilegales volvieron a ganarse el centro de la escena. El fatídico accidente de la semana pasada consternó al país que vio como una familia se desintegraba por el simple hecho de caminar una vereda y estar en el lugar equivocado, en el momento inoportuno. Un joven que venía corriendo perdió el control y embistió a la niña que finalmente murió. Y la historia se repite. Parece la misma, pero no la es.

 

Los casos son innumerables. Los jóvenes encuentran en las picadas clandestinas una manera de relacionarse con el mundo ideal que le plantean películas norteamericanas súper taquilleras (ver Rápido y Furioso, por caso), en las que la “onda” de correr y esconderse de la policía conlleva al éxito y a “ganar mujeres”.

Los videos juegos son, a la vez, una manera de despuntar el vicio de correr y un motor para hacerlo. Para quien lo utiliza de manera correcta, el Need For Seed puede ser una picada en primera persona, sólo que a los riesgos se los traga la pantalla. En cambio, quien no lo sabe apreciar, cree estar en un video juego cuando se sienta al frente de un volante y pone en peligro la vida de todos.

Además, el siempre peligroso alcohol al volante es un arma puesta sobre cuatro ruedas. Los reflejos se pierden y las distancias se distorsionan. La mayoría de los accidentes en las picadas son con jóvenes que conducían bajo el efecto del alcohol. De allí surgen los, cada vez más férreos, controles de alcoholemia que, sin embargo, no pueden extirpar el mal.


Las pistas ilegales abundan en la Ciudad y en el Gran Buenos Aires: las avenidas Cantilo, Lugones, Figueroa Alcorta, la Autopista Illia y la General Paz. La avenida Constituyentes (San Martín), Mitre (Munro), Dardo Rocha (San Isidro), Hipólito Irigoyen (Banfield), Gaona (Ituzaingó), y las mismas autopistas del Sol (en los ramales Pilar, Campana y Tigre). Son lugares donde los pisteros corren y ponen en juego su vida.


Por Internet, mediante foros o msn, los interesados se enteran de que hay carrera y se acercan. Después las consecuencias lamentables. Así, crece la cantidad de familiares dolidos por la pérdida de sus seres queridos y las asociaciones como “Malditas Picadas” suman socios con caras frágiles, sumidas en la impotencia.  

Otra vez son la lamentable noticia. Las carreras clandestinas que surcan las calles argentinas y se llevan consigo la vida de personas inocentes. Porque no son accidentes los que se pueden evitar y, por más controles que existan, la única solución es concienciar.

A continuación, algunos de los casos que más repercusión mediática tomaron en los últimos años:

En 1999 Sebastián Cabello corría una picada por la avenida Cantilo: atropelló y mató a Celia González Carman y a su hija de tres años.

El 1º de mayo de 2002 Kevin Sedano, de 14 años, fue atropellado, abandonado y muerto por Eduardo Sukiassian. Agustín Tallone falleció el 24 de octubre de 2004 tras ser embestido violentamente por un Peugeot 206 conducido a alta velocidad por Juan Pablo Castellaro, de 20 años. Ocurrió en la ciudad de Junín.

En octubre de 2005 Pablo Manzini, que en ese entonces tenía 21 años, atropelló con su BMW a Bonifacio Tévez (40 años) en Av. Del Libertador y Virrey del Pino, lo mató y escapó. Su caso fue a juicio oral.

El 24 de enero de 2006 Luciano Di Santo (24 años), fue atropellado abandonado y muerto por Gerardo Hugo Budeisky.

En abril de 2007 un joven que corría por avenida Del Libertador en Vicente López arrolló y mató a Gustavo Edgardo Cabral, un canillita de 35 años.

El sábado 21 de abril de 2007 Francisco Vrech (16) y su amigo Tomás Marcovich (17) fueron atropellados por un Honda Prelude blanco conducido por Guillermo Goñi (18), quien al parecer corría una picada con un BMW azul.

En octubre de 2007 murieron tres personas en Lanús. Primero Alan Federico Rodríguez Furlon (7) y su padre (32), en la avenida H. Yrigoyen entre Pichincha y 25 de Mayo, cuando fueron arrollados por un Dodge Polara negro que corría una picada. Unos días más tarde murió otro chico de 22 años por la misma causa.

El 15 de febrero de 2008 murieron tres chicos que corrían una picada con motos en la localidad de 9 de julio. Otros dos tuvieron heridas de menor consideración.

Fuente: CESVI Argentina y Asociación “Malditas Picadas” (www.malditaspicadas.org)
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