Por Alejandra Valentini
Gustavo Doglia es enfermero del hospital, trabaja en la sala 27 en el sector de quemaduras y cuenta que diariamente atiende a chicos que padecen distintos tipos de heridas producidas por descuidos u “olvidos” en los que se demuestran una intencionalidad nefasta.
“Diariamente llegan chicos quemados por la desidia de los padres que, en el momento en que el nene se accidenta, estaban mirando televisión o haciendo otra cosa. Los casos más comunes son los causados por el agua caliente de la pava o el termo; los chicos lo agarran y se lo tiran encima” explica Doglia.
Con respecto a la evaluación de los casos, si se trata de indolencia o agravio pareciera que los límites se tornan dudosos: “Nosotros a veces nos damos cuenta si es maltrato o negligencia por el tipo de quemadura, además tenemos en cuenta la reacción de los chicos. Porque los padres siempre te van a relatar que no lo vieron o que no estaban” comenta rápidamente el enfermero antes de continuar con su labor al frente de la sala en la que trabaja sin la debida asistencia y con pocos recursos.
Según datos actuales de la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia, el 23% de las víctimas de violencia familiar son chicos. Y este no es un dato menor si tenemos en cuenta sólo lo que sucede en la ciudad de La Plata.