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Alerta profesores: llegó el "machete comestible"

Se trata de una golosina que contiene cuatro láminas y una lapicera rellena de caramelo.
Viernes, 25 de junio de 2010 a las 16:51
Cualquier excusa era buena para zafar: “Profe, mi abuela está enferma, la tuve que cuidar y no pude estudiar” o “se me cortó la luz todo el día y no podía leer bien”. Si la mentira no llegaba a buen puerto había que utilizar el último recurso. Amado por los alumnos, odiado por los profesores y maestros: El machete.

Sobre el nunca limpio pupitre escolar, un lápiz o una birome eran la espada perfecta para detallar todos aquellos temas que la memoria no quería recordar. Otros ejemplos, también clásicos, pequeños papelitos desparramados dentro de la cartuchera, o por qué no, escribirse la mano con una tinta que te jugaría una mala pasada a los pocos minutos. Decenas de formas encuentran los estudiantes para copiarse en un examen. Desde los básicos hasta los más sofisticados que necesitan de la ayuda de la tecnología.

Pero todos y cada uno de ellos tenían un punto débil. Durante alguna requisa docente esos machetes podían ser descubiertos. Sin embargo, los docentes del Conurbano se mantienen en alerta, a pesar de conocer todos los trucos de sus chicos. Los alumnos han encontrado una nueva forma de engañar a los profesores durante las pruebas tanto en la primaria como en la secundaria. Se trata de una golosina ya es furor en Córdoba y que por sólo 7 pesos se puede conseguir en los kioskos de Buenos Aires.

Se trata de un producto de origen chino denominado “Candy Art”. El mismo consiste en tres láminas comestibles, muy similares a los conocidos papeles de colores que hay en cualquier oficina. Pero la particularidad de los mismos es que están acompañados por una lapicera rellena de un caramelo sabor limón que permite escribir sobre ellas. Cuando el profesor se acerca, los dientes se encargan de eliminar las pruebas del delito.

“Todos los chicos del secundario lo compran, ya que el papel y la lapicera son comestibles. Lo usan para hacer machetes y luego se comen la prueba y así no hay razón de culpa”, señaló un comerciante. Una nueva modalidad para engañar a los profesores llegó a las escuelas.
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