¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

+18

Oreiro llevó su cuerpo para Francia

Jueves, 12 de noviembre de 2009 a las 16:32

Francia parece ser el lugar a donde nunca vamos a llegar. Francia, al igual que el paraíso, se nos escapó sin haber sacado el pasaje. Con la primera mordida, con el primer enamoramiento se nos fugó el amor y, de todo eso quedó un candado que cruje. Una Familia. O al menos eso parece para Caetano. 

Francia no es un país en la última película de Caetano. Y Caetano tampoco es el que todos conocemos, sino su hija Milagros. Hay que destacar que se gana el ojo de quien entra en la historia. En la conferencia de prensa Natalia Oreiro agradeció la posibilidad de trabajar junto a la hija de Adrián Caetano: “La verdad que Mili esta muy bien en la película, porque a mi no es lo que más me gusta trabajar con niños es un espacio que es de adultos el trabajo, entonces es complicado porque uno no le quiere quitar un espacio que tiene que ver con el juego” explicó Natalia con la naturalidad que la viste, además de un vestido turquesa. Talentosa aunque no llega a un destacado brillo actoral, La Oreiro cumple con el papel que poco tiene que ver con la niña feliz de “Monita” y es válido como desafio.

Milagros, la hija de Adrián Caetano, hace de una nena que se llama Mariana pero insiste en que quiere ser Gloria, poniendo en evidencia a un sistema de maestras y psicopedagoga autistas. Gloria no quiere escuchar a un mundo que no tiene oidos: “Una niña que se rebela todo el tiempo contra un sistema que no puede comprenderla. Una nena que cambia por la escuela pública con padres que terminan trabajando de obreros. El final es como ensueño peronista” definió Caetano.

 

Para destacar: conquista el personaje del psicólogo que, entre otros métodos rudimentarios (que no tienen nada que envidiarle al electroshock), posee una foto de Perón y Freudd y tiene el objetivo claro de ser psicólogo de la bonaerense y comer pizza. Pero las cosas, aunque lo parezcan, no son nada complicadas: Francia es una historia sencilla y luminosa. Los padres de Mariana –mamá mucama; papá metalúrgico– están separados, pero cuando él pierde el trabajo no hay más remedio que hacerle lugar en una pieza de la casa familiar: sobrevienen las discusiones y las peleas; un pequeño drama cotidiano que Mariana procesa rebelándose contra el mundo adulto.

 




 Y si ese drama es solamente pequeño, lo es porque Francia nunca olvida –lo prueban los textos superpuestos a las imágenes, el uso de la pantalla dividida, una banda sonora lúdica y endiabladamente pegadiza– su espíritu infantil de juego y fantasía.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD