“La casa está en orden”

El Pacto de Olivos, el "médico a la derecha", el "Felices Pascuas". Hitos de una gestión, iconos de un tiempo

Por Cecilia Di Lodovico

“Un médico a la derecha”. La voz del hombre de la Unión Cívica Radical, rompió como un trueno el ruidoso aliento de la multitud. Daba uno de sus majestuosos discursos en un acto de campaña y, una mujer, se desvaneció entre el calor de los cuerpos. Él la vio desde el escenario y la socorrió, a su manera, como todo un caballero.

La frase trascendió la barrera del tiempo y alcanzó el status de inmortal, tal como lo hizo el político que la pronunció. El Dr. Raúl Ricardo Alfonsín resultó ser el primer presidente democrático luego de la más sangrienta dictadura perpetrada por el Gobierno de facto de Videla y compañía.

Tal vez, los recuerdos más vívidos de esa época tienen que ver con la colorida figura de los australes y la inflación que volvía locas a amas de casa que, cada día (incluso cada minutos) encontraban precios más altos en las góndolas. La etiqueadora era la vedette por aquellos días.

También, existía la amenaza latente de la vuelta de los militares, que desfilaban, con sus caras pintadas, sobre tanques de guerra en medio de la General Paz, aún sin ensanchar y cuando aún las paredes guardaban los recordados afiches de la imagen de un escudo con los colores de la bandera argentina y las iniciales "RA". De hecho, Alfonsín fue un pionero en marketing político al contrata al publicista Daniel Ratto para dirigir su campaña.

¿Cómo borrar la imagen del diez de la selección argentina junto a sus compañeros en el balcón de la Casa Rosada alzando la Copa del Mundo conseguida en el país azteca o el silencio de las imágenes desgarradores del Juicio a las Juntas que emitían los televisores en blanco y negro? ¿Alguien recuerda el fantasma de la guerra civil (que nadie quería pronunciar) que obligó a las precavidas madres a juntar alimentos de conserva en la alacena? Latas de todo tipo ocupaban un lugar predominante en la cocina.

Quino homenajeó a Alfonsín a través de la pensante niña Mafalda.
Y, mientras las comidillas de la vida cotidiana continuaban su rumbo, Alfonsín tuvo el desafío de lidiar con un país que, en los últimos años, había atravesado el horror de terrorismo de Estado y una guerra absurda. La inflación y la deuda lo acosaban desde el frente de la economía, ese que afecta directamente al bolsillo de la clase media, amenazando con otra sublevación militar. Para colmo, el ERP de Enrique Gorriarán Merlo, tomó el regimiento de La Tablada con bajas militares y civiles.
 
En una de las tantas insurrecciones de los uniformados, que intentaron interrumpir a la fuerza con la
democracia, el radical acuñó otra de sus inolvidables premisas: “La casa está en orden. Felices Pascuas”. Sin embargo, el daño ya estaba hecho y, la suerte echada: tras la permanente insubordinación de las Fuerzas, Armadas Alfonsín debió renunciar a su cargo seis meses antes de lo provisto. Llamó a elecciones y el mando fue  transferido al candidato peronista Carlos Saúl Menem. Los comicios se realizaron en medio de un desorden generalizado, hiperinflación y saqueos.

Alfonsin y menem.
“El pacto de Olivos” firmado entre Alfonsín y el pejotista, fue una de las acciones más criticadas del líder radical y pero no llegó a quebrar al, por entonces, frágil partido centenario, castigado por la escasa intención de voto. Situación que terminó de debilitar Fernando De La Rúa, candidato radical de la Alianza. Pero, tal como lo ilustran sus militantes, la UCR “se dobla, pero no se rompe” y, de a poco, tras el "no positivo" de Cobos en el Congreso, el partido centenario fue recuperando un espacio de influencia en la vida política argentina, casi al unísono de la agonía de uno de sus próceres más queridos.
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