Pinamar, dueña de la fiesta

Al ritmo de los efectos de Ale Lacroix en Sabbia, y con las bellísimas modelos en Ku, arrancó con todo la noche en la costa. Todo para miles y miles de jóvenes que decidieron darle la bienvenida al sábado inaugural del nuevo año.

Por Germán Campisi
En la playa, a plena luz del día, los distintos grupos de amigos arreglaban su cita nocturna. Las opciones eran dos, aunque quedaba reducida a una sola si las edades no rondaban los 23, 24 años. Tipo diez en las carpas de un balneario acompañados por botellas de todo tipo para luego ir a Ku sentenciaban unos, “nos juntamos en casa a tomar algo y después nos vamos para Sabbia”, comentaban los mayores.

Pasaron las horas y los boliches empezaron a colmar sus capacidades. En Sabbia la gente se acercó temprano, la mayoría con la excusa de comer sushi del bueno para, sobremesa mediante, vibrar al ritmo de la música dance. Sin embargo no faltaron quienes del otro lado de la disco, llegados con la panza llena, ocuparon los sillones para brindar y expresar sus deseos del nuevo año mientras unos pocos atrevidos al principio, casi todos a la postre, compraba su trago y se alistaba en la pista bajo los efectos de los discos de Ale Lacroix.

A dos cuadras de distancia, los más chicos hacían la fila para entrar a Ku, aunque nunca faltan los garroneros que cambian de puerta a la búsqueda desesperada de un conocido que les haga ahorrar ese dinero para poder, después, gastarlo en alcohol. Superado el primer obstáculo, la segunda misión de la noche era conseguir esa pulsera de papel dorado destinada para pocos. Nadie quería quedarse afuera del nuevo vip, en el cual se fusionaron Alma y el propio Ku. Era de esperarse.

Una vez adentro de ese submundo lindero al muelle, la juventud no paró un segundo. Con fernet con cola y cerveza como bebidas de cabecera, unos iban y otros venían al son de la música. Viajaban por hipnosis hasta que algún ser del sexo opuesto se cruzaba en el camino y los colmillos escapaban debajo del labio.

Ellos con un look desprolijo pero sumamente cuidado, ellas con los minishorts y sus vestidos livianos arriba más un accesorio en la cabeza; una familia entera que, como cada 365 días, se juntó para brindar por el nuevo año.
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