El hombre que se fue a indagar al Más Allá

Pedro Romaniuk fue un referente de la ufología. Dedicó su vida a estudiar fenómenos paranormales y religiones. Falleció por causas humanas, cumpliendo así su vaticinio más primario: estar, algún día, en otra dimensión, que excediera la terrenal.

Las ciencias clásicas y sus paradigmas son pocas veces atravesados, avanzan y adoptan nuevos conocimientos, pero nunca dejan de lado aquello que durante años se cree verdadero, hasta que sea evidente e inevitable su poco sustento.
 
Contra estos tabúes del conocimiento luchan los divulgadores científicos, aquellos vanguardistas que tratan de explicar los fenómenos que aún escapan a los conocimientos populares. Lo paranormal, se roza con lo tangible, y la línea que divide la charlatanería con los discursos científicos es muy delgada.

Sobre este mar de prejuicios pocos se animan a navegar, uno de ellos fue Pedro Romaniuk. En los lejanos años 60 comenzó a hablar de otros mundos y otros seres, cuando antes de ser ovnilogía era herejía, Más de una vez vaticinó el fin del mundo, aunque (por suerte) esas profecías no se cumplieron. Otras sí.
Habló de los cambios climáticos, el recalentamiento global, el derretimiento de los polos, el deterioro de la capa de ozono, entre muchas otras predicciones. También detalló la caída de los Estados Unidos como potencia mundial, aunque no a raíz de problemas económicos, sino por la naturaleza, que sería mas fuerte que todo su poderío armamentístico.

Sin alejarse del relato bíblico, presentó su propia interpretación, y la llevó mas allá: sostuvo que Jesús regresaría y que salvaría solamente a 144 mil almas, aquellas que sean mansas y humildes. Estas almas tendrían una glándula especial y la persona podría percibirla como una picazón debajo del ombligo.

Sostenía que esta glándula, acompañada de otra ubicada en una protuberancia sobre la columna sería lo que identifique a los salvados de los condenados, y les permitiría convertirse en luz y viajar por el universo, junto a sus hermanos extraterrestres.

Romaniuk sufrió un serio accidente en la década del 40 y desde ese momento dedicó su vida en saber más. En poder ver y comprender aquello de lo que aún no hay certezas exactas. Discípulo de Solari Parravicini también adelantó en la organización que presidía, Fundación Instituto Cosmobiofísico de Investigaciones, que el 5 del 5 del 2005 sería el día en que la raza humana sería diezmada y que una gran nave salvaría a sólo una pequeña parte. Llegamos al 2009, nunca sucedió, pero sus desaciertos no le quitaron veracidad a sus opiniones y afirmaciones. Así fue entrevistado en infinidad de programas de radio, mesas televisivas y notas gráficas.
 
Editó una veintena de libros en los que explicaba como sería el contacto con otros seres y cual es el verdadero motivo por el cual el hombre habita la tierra. Y sostenía que Jesús era extraterrestre, que ellos visitan a la humanidad desde la prehistoria, y que científicos y militares al servicio de las superpotencias ocultan la verdad.

Junto con Fabio Zerpa fue el referente más importante de las ciencias ocultas o no académicas en la Argentina. Dedicó su vida a descubrir, y luchó contra su propio cuerpo para poder seguir investigando.

Ya anciano una isquemia lo había dejado al borde de la ceguera, sus huesos no tenían la fortaleza de antaño y se sometía a diálisis tres veces por semana para sobrevivir a su insuficiencia renal crónica. Sin embargo, un sábado de febrero de este año se transformó en luz y se fue a recorrer el universo, cumpliendo una de sus más importantes profecías, dejando huérfana a su institución y a los no escépticos extrañándolo y pensando que otra de sus predicciones se cumplirá.

 

 

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