El valor de la memoria

Mansión Seré: un recorrido por el espanto

Fue lugar de tortura y muerte durante la época más tenebrosa de la historia argentina. Hoy es un mojón para la memoria, un espacio donde el recuerdo se entremezcla con la justicia.

A no más de 20 cuadras de la estación Castelar, en el límite entre los actuales partidos de Morón e Ituzaingó se erigía una casona de dos plantas y suntuosa arquitectura. La fachada francesa denotaba su concepción aristocrática. Fue construida para una familia de inmigrantes adinerada pero con el tiempo fue cambiando de dueños. Paso por las manos de la, por entonces, Municipalidad de Buenos Aires y finalizó sus días como casino de oficiales de la

cercana séptima brigada aérea de Morón. O por lo menos esa fue la versión oficial.

Allí se conformó el Centro Clandestino de Detención “Atila” que funcionó entre los años 1977 y 1978, donde muchos detenidos fueron encerrados torturados y asesinados. En ese mismo lugar, el municipio de Morón lleva adelante, con un equipo de arqueólogos, excavaciones en búsqueda de los cimientos de la mansión, para que la historia no sea sepultada.

La historia de la mansión: de los Seré a la Fuerza Aérea.

A mediados del siglo XIX la familia Seré emigró de su Francia natal a Argentina con el objetivo de comprar tierras y dedicarse a la ganadería, con la cual logran incrementar su fortuna. A principio del siglo XX deciden instalarse en el Conurbano por lo que construyen en las afueras de Morón una casona en un predio de 60 hectáreas.

Imagen brindada por la familia Seré para el proyecto
Pasadas unas décadas de su construcción y ante la crisis del 30 el predio original se lotea y se vende dando origen al actual barrio Seré que rodea a la mansión la cual se queda sólo con 11 hectáreas de terreno.

En 1949 los últimos herederos de la familia deciden vender la restante porción de lo que había sido la quinta Seré la cual es adquirida por el Instituto de Previsión Social de la Capital Federal, aunque a partir de 1966 a partir de un convenio entre la Capital y la Fuerza Aérea, la casona es utilizada como casino de oficiales de la, en ese entonces, Séptima Brigada Aérea de Morón.

Tras un uso discontinuo por más de 20 años, luego del golpe de estado del 24 de marzo de 1976 la Fuerza Aérea dispone utilizar la mansión como centro clandestino de detención, allí transitaron al menos 70 según informan desde el areá de derechos humanos del municipio de Morón. 70 personas han sido identificadas fehacientemente como detenidos de “Atila” aunque no se descarta que muchos otros también hayan estado en el lugar, aunque aun no logran reconocerlo.



El terror, la fuga, el fuego y el deporte

La picana, el submarino seco, los golpes y las violaciones de todo tipo fueron moneda corriente dentro de la casa. Los secuestrados eran retenidos en la mayoría de los casos en la planta superior. Los detenidos transitaban de un centro a otro, en al jurisdicción donde se  encontraba la llamada “Atila” había más de diez centros entre los que figuran

comisarías, dependencias militares y casas particulares o tomadas.

Aunque el sufrimiento y el dolor reinaban en la mansión, paradójicamente, el 24 de marzo pero de 1978 un grupo de cuatro detenidos lograron escapar dejándose caer desnudos desde una de las ventanas. Este hecho, basado en los relatos de Claudio Tamburrini uno de los jóvenes que logró fugarse, dio origen a la novela “Pase libre: la fuga de la Mansión Seré” y la película “Crónica de una fuga”.

Los vecinos cercanos a la mansión recuerdan que en esa oportunidad todo el barrio fue cercado y que grupos de operaciones revisaban las casas en búsqueda de los fugitivos, sin embargo no los encontraron.

Esta fuga determinó el cierre del centro clandestino en el año 1978 y para que no quedaran rastros de los crímenes que allí se cometieron las fuerzas armadas dinamitaron la mansión y la incendiaron, lo que provocó que se destruyera casi por completo el interior y solo se mantenga en pie las paredes exteriores.
 
Con el regreso de la democracia el predio quedó completamente abandonado pero la administración municipal de García Silva emplazó en el lugar, con permiso de la Capital Federal, un polideportivo por lo que, por peligros de derrumbe de las ruinas de la mansión, se decidió demolerla en su totalidad. Sobre los escombros se niveló con tierra y se construyó una chancha de fútbol. Durante años la historia estuvo sepultada.

 

Excavaciones en el Gorki Grana
Reconocimiento de las ruinas por parte de secuestrados

Durante años el polideportivo Gorki Grana fue el lugar de esparcimiento de chicos y grandes, vecinos del lugar. Juegos y partidos de fútbol, básquet y voley contrastaban con el pasado que escondía el lugar, que gobierno tras gobierno fue teniendo distintos usos, algunos anecdóticos como cuando un intendente justicialista ideó en el predio su mini quinta de olivos por lo que se construyó allí una casa blanca de similitud arquitectónica a la quinta presidencial.

A partir de iniciativas presentadas por la Asociación Seré por la Memoria y la Vida y acompañadas por el jefe comunal Martín Sabbatella se funda en el año 2000 la casa de la memoria y la vida utilizando la casa blanca emplazada en el lugar y donde se instala la dirección de Derechos Humanos del municipio de Morón. Este fue el punto de inicio del Proyecto arqueológico Mansión Seré

Mariano Paciente, miembro del grupo que lleva adelante las excavaciones explicó a 24CON que los primeros trabajos se realizaron en 2002 guiados por los relatos de quienes estuvieron secuestrados en el lugar, basándose en el recuerdo de los elementos que aun se conservan de la antigua construcción: Árboles, palmeras, el protón de entrada y el tanque de agua.

“Primero se sondeo el suelo para encontrar los indicios de los cimientos, y después se excavó y en el 2006 se techó” explica Mariano, “encontramos distintos materiales, desde los escombros, hasta ropas, telas, medicamentos, pero no encontramos restos como creen los vecinos”.
 
 
 
 
En estos 7 años de trabajos se logró desenterrar los cimientos completos de lo que fue la casa principal y los espacios de servicios, dos pequeñas casas conectadas con la casona. Además se logró ubicar el sotano, único ambiente que se conserva de la mansión y lo que se cree fue el pozo ciego, de donde se obtuvo material en mejor estado que en el perímetro de cimientos.

“Toda la información que recabamos se contrasta con lo que cuentan los detenidos, si concuerdan es un punto a favor para la verisimilitud del testimonio, todo nuestro trabajo fue brindado como prueba en el juicio por el que se condenó a los brigadieres de las bases de Morón y Palomar” cuenta Paciente quien se desempeña en el área de archivo del proyecto, y ejemplifica “si un detenido afirma que las paredes eran amarillas, nosotros tenemos fragmentos de las paredes en ese color”.

“El tinglado actual ocupa el espacio, en altura y tamaño, de lo que fue la mansión, fue diseñado para representar lo que fue Atila, además de proteger los muros y cimientos que desenterramos. Todo el material que sacamos es fichado, se analiza y se guarda, y hasta hay cosas que nos traen los vecinos, que ellos mismos sacaron cuando estaba abandonada, mármoles, maderas. Es mucho lo que hicimos pero queda mucho más por seguir excavando y analizando” refuerza nuestro guía.
 
El tanque de agua, aun en pie, que perteneció a la mansión

Sobre la Quinta Seré sobrevuelan varios mitos, uno de ellos sostiene que existiría un túnel que unie la Mansión con la base aérea, otro se remonta al momento de creación del polideportivo y afirma que donde hoy se encuentra la cancha de voley, completamente de arena a mediados de los ochenta se realizaron excavaciones para emplazar la pileta de natación pero que al encontrarse con fosas comunes y cuerpos en el lugar se decidió tapar todo con arena para en caso de que al justicia lo ordene destapar el lugar, “Son mitos urbanos” refuta Mariano “los vecinos dicen eso, pero fue gracias a ellos, a sus recuerdos que encontramos la ubicación exacta de los cimientos de la casona, el próximo paso es seguir excavando en distintos lugares del predio, para corroborar si es cierto o no lo que dicen los mitos”.
  

Caminar hoy por el Predio Quinta Seré donde coexisten el polideportivo y el proyecto y sus excavaciones resulta una experiencia muy especial. Conociendo la historia del lugar parece extraño que la felicidad del deporte y los juegos de los chicos que pasan el día allí pueda convivir con el horror sufrido por tantas personas. Sin embargo este equilibrio entre el pasado y el presente se logra por medio de un solo elemento, la memoria.
 
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