"Al final, estos no ganaron nada"

Por Jonathan Raed

"Al final, estos no ganaron nada", se escuchó decir en bares, oficinas y hasta mesas periodísticas en relación con los resultados logrados por la delegación argentina en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.


Si uno mira el medallero, los fríos números revelan que Argentina cosechó 4 medallas (una de oro, una de plata y dos de bronce), 100 menos que Estados Unidos, país vencedor. El objetivo de los Juegos es ganar medallas. Si ganamos pocas medallas, fracasamos.


Sin embago, el análisis debe ser más profundo que un mero silogismo medieval si pretendemos acercarnos a la realidad del deporte argentino.


La mayor parte de los deportistas argentinos de alto rendimiento se entrenan en el CeNARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo). Por citar ejemplo, el predio no cuenta con una pista de atletismo techada, por lo cual los deportistas tienen que postergar los entrenamientos en los días de lluvia o mucho viento. Además de soportar el frío del invierno.


En tanto, no hace falta ser un especialista para advertir que la pista existente necesita mantención. De yapa, en ciertos sectores no hay agua potable. Sólo agua de pozo.

 

Tampoco hay laboratorio y hasta hay gimnasios sin calefacción ni refrigeración. Además, los deportistas tienen que acomodar sus horarios a los del CeNARD, ya que la disponibilidad no es full time. El hecho de acomodar los horarios no es un mero detalle, ya que los deportistas deben trabajar además de entrenar; situación que detallaremos más adelante.


ENARD
En 2009 el gobierno Nacional impulsó la creación del ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), compuesto por el COA (Comité Olímpico Argentino) y la secretaría de Deportes de la Nación.


El ENARD tiene el aporte del 1% de los abonos de telefonía móvil, con lo cual recaudó unos 200 millones de pesos. El 33% de ese dinero va para los deportistas, mientras que el resto se utiliza para la capacitación de atletas y entrenadores; además de mejoras de infraestructura.


Por estos días, el ENARD beca a unos 1700 atletas y 300 entrenadores. Si bien el apoyo ha crecido considerablemente, estamos lejos de equiparar a las herramientas e infraestructura con las que cuentan los rivales de nuestros atletas.


Bajo una mirada estrictamente económica, si bien las becas son bienvenidas por los atletas, no son sueldos. Los atletas de elite internacional cobran sueldos. Y buenos. Las diferencias entre becas y sueldos no sólo son de monto, sino que también implican otras cuestiones como jubilación y obra social, ausentes en las primeras. Por tanto, deben seguir trabajando.


La realidad para nuestros deportistas es mejor que la de hace unos años. Incluso esto se ve reflejado en cantidad de diplomas logrados: 10, la mayor desde Londres 1948. Además, sólo vasta recordar el episodio sufrido por el luchador Mauricio Cabello en 2004, que se electrocutó en el gimnasio.


En aquella oportunidad, un joven Federico Molinari describió cómo vivían los atletas en el CeNARD: "Nos agrupan a cinco chicos en una habitación de 2m x 2m. No se puede estudiar, no se puede hacer nada. Vivimos como unos presos", dijo a La Nación.


Hoy, la realidad es otra y el apoyo de Nación y provincias como Santa Fe tiene mucho que ver. Sobre todo si la comparamos con otros actores de la política. Por ejemplo, la Ciudad de Buenos Aires es el único distrito que no destina dinero a sus deportistas. Suena lógico: si CABA no paga la luz y no se hace cargo del Subte, menos va a pagarle a un deportista.


Por suerte, la creación del ENARD no dependió de Ciudad. Sin embargo, a los ojos de la infraestructura de elite internacional, seguimos en la misma. De hecho, muchas veces nuestros atletas no pueden viajar a campeonatos internacionales por cuestiones de financiación. Argentina invierte hoy el 0,025 en Deportes, según el último presupuesto. La media de la región es 0,1.


Por esto y muchas otras cuestiones que harían eterno el artículo, tanto las medallas conseguidas (caso aparte Las Leonas, que de manera bien merecida son las mejores posicionadas en el reparto del dinero, y Del Potro, cuya carrera profesional le permite mantenerse) como los 10 diplomas (Pareto y Lucerni en Judo, Del Potro y Dulko en Tenis, Molinari en Anillas, Suárez-Rosso en Remo, Peralta en Boxeo, Lauro en Lanzamiento de bala, Voley, Básquet y Correa-Rézola en Canoa) son milagros deportivos alcanzados por el esfuerzo y el sacrificio de los atletas, que dejan el corazón durante años en los entrenamientos, pese a todas las vicisitudes, para representarnos de la mejor manera en los Juegos Olímpicos.


"Hay que profundizar el modelo", es otra frase muy escuchada en estos tiempos. En este caso, es cierto. Los deportistas necesitan determinadas condiciones económicas. No se puede trabajar y competir en alto rendimiento. Necesitan estabilidad salarial más allá de las becas. También deben contar con infraestructura de elite para competir a ese nivel.


"Al final, estos no ganaron nada", dicen muchos. "Estos se ganaron todo", digo desde mi humilde espacio, porque más allá de diplomas y medallas, como decía Winston Churchill, "el éxito no es definitivo. El fracaso no es fatídico. Lo que cuenta es el valor para continuar". ¡Salud, campeones!

 

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