La cárcel-iglesia de Olmos transforma a asesinos y violadores en "monaguillos"

"La única diferencia entre que esto sea una cárcel o una Iglesia es que nosotros nos quedamos adentro", dijo a 24CON el pastor del lugar.


En la oficina de Héctor Ángel Noble hay dos notebooks y una impresora láser color sobre el escritorio. Él espera sentado en su sillón, recibe a quien va a visitarlo con un buen estrujón de manos y regala un “Dios te bendiga” antes que un “hola”.

Noble cayó en cana por la reconocida causa de estafas a los seguros de muerte, allá por el '98 y fue sentenciado dos años después. Aunque no fue encontrado culpable, cumple una condena perpetua “excarcelable” desde hace 10 años y hoy pasa sus días en la Unidad 25 de Lisandro Olmos, lugar donde se convirtió en pastor evangélico.

Héctor Noble en su oficina
Su vida en el penal se aleja de cualquier ficción. Allí los presos tienen derecho a Internet y, sobre todo, se entregan con devoción a la palabra del Señor, porque es la única cárcel-iglesia del mundo en donde (casi) todos los internos profesan el culto cristiano.

“Acá no hay discriminación ni de delitos ni de raza. Cualquiera puede venir, hay internos que son traídos acá a manera de contención. Entonces terminan convirtiéndose al cristianismo, porque esto no es una cárcel, es una iglesia”, justifica el pastor a 24CON mientras uno de los “hermanos” presos no le pierde atención y el otro convida mate.

En la U 25, “Cristo, la única esperanza”, conviven 162 hombres en un edificio que tiene capacidad para 170. Entran justo, es más, hasta sobran cupos, una situación tan diferente como inusual que no suele ocurrir en la mayoría de las cárceles de la Provincia, donde los reos viven en condiciones de hacinamiento a causa de la superpoblación.

Uno de los internos que contrajo mantrimonio en el Penal
Noble parece vivir en un nirvana. “La única diferencia entre que esto sea una cárcel o una Iglesia es que nosotros nos quedamos adentro, no nos vamos”, comenta entre risas. “Si uno recorre los pasillos puede encontrar a los internos orando, cantando alabanzas, predicando”, dice.

En el transcurso de los últimos 6 meses contrajeron matrimonio unos 8 internos, el más reciente fue el del Chelo Torres del ex grupo cumbiantero Green, una de las figuras más populares del lugar que cumple su condena por dos causas: una de lesiones culposas y la otra por abuso sexual.

En total ya se bautizaron alrededor de 25 presos, y unos 120 toman la Santa Cena todos los meses. Son pocos aquellos que aún no practican el cristianismo, a lo que Noble acota: “No hay por qué tener algún tipo de diferencias, somos todos iguales”.

La portada del CD que el Chelo de Green sacará a la venta con su banda cristiana

Sin embargo, la igualdad puertas afuera se concibe diferente. En esa cárcel se alojan figuritas de alto peso, como Daniel Bellini, el dueño del boliche Pinar de Rocha que está acusado de haber asesinado en 2008 a su mujer, quien era bailarina del local. También se encuentra uno de los 12 Apóstoles, grupo que se amotinó en el penal de Sierra Chica y asesinó a 8 personas, luego las cocinó y repartió sus restos en empanadas. Hay un caso de Lesa Humanidad, que está “guardado”, y conocidos barra bravas de Gimnasia y Esgrima.  

Las cruces tras las celdas de Olmos

Esta localidad platense es uno de los ejemplos más contundentes de la expansión evangélica en el país. El precedente de su auge en los penales tuvo su impronta en 1983, cuando el pastor Juan Zuccarelli decidió anotarse como guardia cárcel y comenzó a predicar tras las rejas en la Unidad 1 de Olmos, reducto por ese entonces tan impenetrable como temible.

Así fue como su idea empezó a hacer ruido en la cúpula del Servicio Penitenciario, comandada por Daniel Tejeda. Tanto que en 2003 se fundó la cárcel que hoy aloja a Noble, y hasta llamó la atención del otrora ministro de Seguridad, Justicia y Derechos Humanos, Gustavo Béliz, que luego de visitarla propuso diseminar este sistema por otros penales.

Actualmente en la U 25 hay solamente un 3 por ciento de reincidencia en el delito, es decir que de cada 100 internos que salen sólo 3 vuelven delinquir. No entra el paco, pero sí otras drogas, no ha habido un solo hecho de sangre y como si fuera poco, los internos que tienen salidas transitorias vuelven por su cuenta.

Allí hay normas de “buenas y sanas costumbres que cumplir”. Como si fuera un estatuto escolar, o en un reformatorio, los presos no pueden tener el pelo largo, ni deberían fumar ni tomar alcohol, tampoco mirar televisión. Ortodoxo o vanguardista, las pautas son claves para mantener limpia su espiritualidad.

“Esto ya ha dado sus frutos, no es un proyecto sino una realidad. Como pastor es una satisfacción personal saber que la persona puede cambiar, pero para eso se tiene que dar cierta cantidad de elementos. ¿Qué es cambiar? Sabemos que todos como humanos que somos no estamos predispuestos a los cambios, pero sabemos que el mal camino no nos va a llevar a nada bueno, por eso tenemos que optar por algo diferente. Como decimos: ‘Para que nos sucedan cosas buenas que nunca vimos, tenemos que hacer cosas que nunca hicimos’. Entonces probamos”, predica el pastor.

 

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17 de mayo de 2010

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