¿Por qué se le acabó el tiempo a Rossi en Lomas?

Por Alejandro Cancelare
Asumió Martín Insaurralde
Los motivos por los cuales renunció Jorge Rossi a la intendencia son múltiples e inexplicables para la lógica de la política doméstica, cuyo manual dice que nunca se puede dejar un cargo cuando lo que se acumula son causas judiciales en contra.

Los oficialistas Jorge Ferreira, Juan María Viñales y Carlos Florentino dejaron establecido en declaraciones realizadas a Inforegión.Com su sorpresa y desconocimiento sobre los reales motivos del alejamiento del intendente, quien será reemplazado por Martín Insaurralde, un joven político de casi 30 años con un antecedente de lealtad extrema para con Rossi que hoy parece ser una pesada carga.

Queda claro que la decisión del juez de Quilmes, Luis Armella, que le exigió el pago de una importante multa por no comprometerse con el saneamiento del cauce del Riachuelo fue el detonante de una decisión ya adoptada apenas fue reelecto en 2007, cuando todos en su entorno trabajaban como si fuera “el fin de fiesta. Era notable como nadie quería dejar escapar la oportunidad de salvarse”, sostuvo un dirigente opositor que “sufrió” las consecuencias del manejo interno del oficialismo lomense.

Rossi había dispuesto para su nuevo mandato un equipo de jóvenes funcionarios con mucho más conocimiento técnico que político, entre los cuales sobresalía la figura de Insaurralde, puesto no casualmente como su primer concejal y reemplazante en caso de renuncia, licencia o fallecimiento. Pero la debilidad política del Ejecutivo hacía inconsistente cualquier pretensión de cambios profundos en la gestión, sumado a la atomización del poder que hacía que cualquiera se sintiera con derechos para tomar una decisión, habilitar o presionar por una obra para un determinado empresario.
Jorge Rossi presentó su renuncia en la mañana del miércoles.

Rossi tenía, entonces, varios puntos débiles a revertir. El primero y fundamental era su pecado original: ganó las elecciones para intendente en 2007 en medio de escandalosas e irrefutables denuncias de fraude que solo una justicia afín podía omitir. La Coalición Cívica reclamó como propia la victoria, lo mismo que Osvaldo Mércuri. Aunque luego esa presión decantara, la población sabía que el intendente estaba a plazo fijo.
 

Otros de los elementos que jugaban permanente en contra de Rossi fue la elección de 2009, que ratificó la tendencia negativa de su imagen y gestión, siendo derrotado por Unión Pro y quedando en franca minoría en el legislativo local contra el peronismo disidente, el PRO y el Acuerdo Cívico y Social, que dominan casi los dos tercios del Concejo Deliberante.

A pesar de contar con el apoyo de algunos sectores kirchneristas, tal el caso de Fernando “Chino” Navarro, diputado provincial antes opositor, o de una rama del Pro disidente, e inclusive tener buen diálogo con Pablo Paladino, el referente histórico del duhaldismo de Hugo Toledo ahora alineado con Aníbal Fernández, a Rossi el poder se le ibas licuando de las manos a pasos agigantados.

Y llegó el “Fallo Armella”, que no solo lo obligaba a devolver plata que la Nación le había depositado en cuentas municipales para sanear su sector de la Cuenca Matanza – Riachuelo, sino porque esa misma sentencia disponía desalojar parte del complejo comercial irregular de La Salada, algo que nunca pudo llegar a ser lo que es sino fuera por los lazos que unía a feriantes con el poder.

Como primera declaración pública, el flamante intendente Insaurralde pidió “respetar el silencio de Rossi” y dijo que “seguirá los lineamientos que el trazó”. Poco para una expectativa social que reclama transparencia y cambio de rumbo, al menos en Lomas.
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